13/06/2019, 15:53
Wagu quedó extrañado ante el nombre que recién se había inventado el Inuzuka de un pueblo. La verdad, no era para menos, el nombre era quizás un poco disparatado. Pero, por suerte el gordinflón no hizo demasiado hincapié en ello, tan solo comentó lo extraño que era, y que mas bien parecía el nombre de algún bichejo antes que de un pueblo.
—Y tanto...jajajaja —le dio la razón al hombre.
Poco después, el gran hombre —en el sentido mas literal de las palabras— fue bastante receptivo con la historia que Etsu se estaba sacando de la manga. No era el único campesino al que le había pasado eso, de hecho... gran parte de su historia se basaba en la de Rao. Quizás por eso, podía soltarla con mas libertad, porque recién la había escuchado y la tenía bien cercana. Aunque las palabras del gordo no llegaron a buen puerto, poco después de ser receptivo, terminó con que todos terminaban aprendiendo a base de tropezar. Su mirada descarada a Rao fue... de lo más hiriente.
Rao sin embargo, no quiso meterse en el tema, no quiso ni contestar al hombre. En vez de eso, el pelopincho aclaró que también esperaba que lo caprichoso que era el destino fuese para bien, respondiendo a Etsu. El Inzukuka sonrió, y afianzó las palabras del Rao con un gesto afirmativo de cabeza.
El gordo preguntó de nuevo a Kito, en ésta ocasión por el deporte que hacía. Insistía en que se le veía mucho mas fornido que al resto de campesinos que conocía, y que no conocía a pocos. Además, hizo un inciso para dejar claro que con lo de la chica tan solo bromeaba, que no lo decía en serio. Rao se llevó la mano a la cara, y se quejó de la actitud del gordo con desdén. Al parecer, siempre solía hacer las mismas bromas, o a saber por qué lo decía...
—Pues la verdad, en mi pueblo se puso bastante de moda eso que llaman peso muerto. Consiste en hacer ejercicios de repetición con tu propio peso, usando solo el cuerpo para ejercitarte, pero con muchas repeticiones. Los amigos lo hacían una vez al día; unas tandas de 20 flexiones, 20 abdominales, levantarse 10 veces por encima de una barra, y correr casi 5 kilómetros. Yo sin embargo, me lo tomé un poco mas en serio... si haces eso una vez al día, te puedes poner fuerte. Si lo haces dos veces al día, te pones el doble de fuerte... pero si lo haces cinco veces al día, seguro que te pones fuerte. Y, creo que se me fue un poco de las manos... pero oye —se flexionó un poco hacia delante, recortando distancias con Wagu —se liga un montón así. El esfuerzo merece la pena... jajaja.
Poco después, Wagu discutió un poco con Rao. El hombre le añadió un montón de azúcar al café, y al parecer a Rao le gustaba el café sin azúcar, lo cuál llevó a que tenía que endulzar un poco su vida, y dejar de lado esa cara de amargado. Inquirió que eran una gran familia, y afirmó que Kito se integraría muy bien en ella. A cada palabra que el hombre decía quedaba mas claro su posición con respecto al tema, Rao no exageraba cuando le contó la situación. El gordo, de manera descarada, preguntó si ya le había contado el jefe sobre ello. Obviamente, Rao se sobresaltó, no esperaba esa actitud, y los nervios le llevaban de cabeza.
—Pues, la verdad es que el jefe me ha contado muy poco sobre eso. No suele tener buena letra cuando habla de ello... —miró a Rao, y le guiñó el ojo que justamente por la posición del rostro el gordo no vería —pero, bueno. Supongo que es normal no tener muchas palabras cuando empiezas con mal pie.
»La verdad, me gustaría saber qué opinas tu del tema. E incluso que me lo expliques, siempre y cuando al jefe no le importe... ya que no le gusta hablar del tema, sería una buena ocasión para tener otro punto de vista. Total, si vamos a formar parte de la familia, todos son hermanos... ¿no?
—Y tanto...jajajaja —le dio la razón al hombre.
Poco después, el gran hombre —en el sentido mas literal de las palabras— fue bastante receptivo con la historia que Etsu se estaba sacando de la manga. No era el único campesino al que le había pasado eso, de hecho... gran parte de su historia se basaba en la de Rao. Quizás por eso, podía soltarla con mas libertad, porque recién la había escuchado y la tenía bien cercana. Aunque las palabras del gordo no llegaron a buen puerto, poco después de ser receptivo, terminó con que todos terminaban aprendiendo a base de tropezar. Su mirada descarada a Rao fue... de lo más hiriente.
Rao sin embargo, no quiso meterse en el tema, no quiso ni contestar al hombre. En vez de eso, el pelopincho aclaró que también esperaba que lo caprichoso que era el destino fuese para bien, respondiendo a Etsu. El Inzukuka sonrió, y afianzó las palabras del Rao con un gesto afirmativo de cabeza.
El gordo preguntó de nuevo a Kito, en ésta ocasión por el deporte que hacía. Insistía en que se le veía mucho mas fornido que al resto de campesinos que conocía, y que no conocía a pocos. Además, hizo un inciso para dejar claro que con lo de la chica tan solo bromeaba, que no lo decía en serio. Rao se llevó la mano a la cara, y se quejó de la actitud del gordo con desdén. Al parecer, siempre solía hacer las mismas bromas, o a saber por qué lo decía...
—Pues la verdad, en mi pueblo se puso bastante de moda eso que llaman peso muerto. Consiste en hacer ejercicios de repetición con tu propio peso, usando solo el cuerpo para ejercitarte, pero con muchas repeticiones. Los amigos lo hacían una vez al día; unas tandas de 20 flexiones, 20 abdominales, levantarse 10 veces por encima de una barra, y correr casi 5 kilómetros. Yo sin embargo, me lo tomé un poco mas en serio... si haces eso una vez al día, te puedes poner fuerte. Si lo haces dos veces al día, te pones el doble de fuerte... pero si lo haces cinco veces al día, seguro que te pones fuerte. Y, creo que se me fue un poco de las manos... pero oye —se flexionó un poco hacia delante, recortando distancias con Wagu —se liga un montón así. El esfuerzo merece la pena... jajaja.
Poco después, Wagu discutió un poco con Rao. El hombre le añadió un montón de azúcar al café, y al parecer a Rao le gustaba el café sin azúcar, lo cuál llevó a que tenía que endulzar un poco su vida, y dejar de lado esa cara de amargado. Inquirió que eran una gran familia, y afirmó que Kito se integraría muy bien en ella. A cada palabra que el hombre decía quedaba mas claro su posición con respecto al tema, Rao no exageraba cuando le contó la situación. El gordo, de manera descarada, preguntó si ya le había contado el jefe sobre ello. Obviamente, Rao se sobresaltó, no esperaba esa actitud, y los nervios le llevaban de cabeza.
—Pues, la verdad es que el jefe me ha contado muy poco sobre eso. No suele tener buena letra cuando habla de ello... —miró a Rao, y le guiñó el ojo que justamente por la posición del rostro el gordo no vería —pero, bueno. Supongo que es normal no tener muchas palabras cuando empiezas con mal pie.
»La verdad, me gustaría saber qué opinas tu del tema. E incluso que me lo expliques, siempre y cuando al jefe no le importe... ya que no le gusta hablar del tema, sería una buena ocasión para tener otro punto de vista. Total, si vamos a formar parte de la familia, todos son hermanos... ¿no?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~