13/11/2015, 00:30
En un suspiro, la chica dejó en un abismo caer lentamente sus esperanzas. Su arma salió volando por los aire mientras que un reguero de sangre brotó de su diestra, ipso facto, salió despedida hacia detrás a causa de una patada en pleno pecho. Sentada en la húmeda hierba, y con un felino asesino frente a ella, ésta pareció perder toda esperanza de poder sobrevivir. Ni tan siquiera las palabras de Blame pudieron hacerle pensar en un último nombre, el nombre de un dios a quien servir por la prosperidad o quien simplemente le ofreciese su espacio personal, aka edén.
- Deja de darle vueltas... - Fueron sus palabras, sentenciando un cruel final.
La fría sonrisa de su ejecutor se intensificó.
— No estés triste... lo hago por tu bien. — Contestó el peliblanco.
Alzó su mano, y con su kodachi en mano se dispuso a colocar el punto y final en éste juego. Su filo metálico avanzó por el aire, rasgándolo y silbando, anunciando el triste final. Todo había acabado.
De pronto, algo inesperado sucedió. Como sacado del tercer infierno, una endemoniada forma oscura se antepuso ante la chica de mascara y el albino. Apenas tuvo tiempo de reacción, el corte iba certero, y la fuerza no era poca en tal acto. El metal se clavó en la piel de la recién llegada, y antes de que siquiera la sangre salpicara, un chorro de chakra color negro hizo ese papel.
Los ojos del peliblanco se abrieron como platos, sabía que era eso. De hecho, estaba usando esa misma habilidad en ese momento. Sus ojos se clavaron en la nueva presa, asustado... ¿Acaso había alguien mas con esas habilidades?
— ¿¡QUE COÑO...!? — Escupió sin preámbulos.
Era evidente que ésto le había cogido por sorpresa. Apenas fue capaz de pronunciar queja alguna cuando la nueva figura le propinó una tremenda patada en el pecho. Apenas fue dolorosa, pero si que fue rápida e imprevista. Suficiente como para alejar al albino unos cuantos metros. Tal fue el shock, que hasta se desconcentró en su técnica, y perdió el control sobre ésta.
Ante él, una figura femenina tomó una pose erguida. Al verla bien, en ella pudo identificar rasgos de su propia madre, casi esquelética, y bastante demacrada. No cabía duda, esa técnica era la misma que él usaba para amedrentar a sus víctimas.
Anonadado, el chico se deslizó levemente hacia detrás, distanciandose algo de la que se había interpuesto en su propósito. Entre ambos, la kodachi quedó hincada en la hierba.
— ¿Tú de donde sales? No eres un shinobi de la noche! Estoy segura de ello. — Se pronunció la chica.
La cara de confusión del albino no pudo ser más evidente. No sabía de qué leches hablaba la recién llegada, y no sabía porqué preguntaba sobre una aldea de la que ni había escuchado. La aldea de la noche... estaba casi seguro de que esa aldea ni existía.
Con su forma tétrica aún activa, volvió su mirada hacia la chica de la mascara. No parecía entender el porqué la había atacado, y ése mismo gesto dio a entender que ambas chicas no tenían demasiado en común... al menos no formaban equipo, o eso era lo primero que se le vino al albino a la cabeza.
Lo mas rápido que pudo, el albino volvió a colocarse sobre ambas piernas, levantándose en un rápido gesto.
— ¿Otro sujeto de pruebas? ¿La vas a llevar a ver a esa bruja?—
— No sé de qué me estás hablando... — Contestó el Senju sin perder un segundo.
La fiesta parecía haberse acabado, o quizás tan solo acababa de comenzar.
- Deja de darle vueltas... - Fueron sus palabras, sentenciando un cruel final.
La fría sonrisa de su ejecutor se intensificó.
— No estés triste... lo hago por tu bien. — Contestó el peliblanco.
Alzó su mano, y con su kodachi en mano se dispuso a colocar el punto y final en éste juego. Su filo metálico avanzó por el aire, rasgándolo y silbando, anunciando el triste final. Todo había acabado.
De pronto, algo inesperado sucedió. Como sacado del tercer infierno, una endemoniada forma oscura se antepuso ante la chica de mascara y el albino. Apenas tuvo tiempo de reacción, el corte iba certero, y la fuerza no era poca en tal acto. El metal se clavó en la piel de la recién llegada, y antes de que siquiera la sangre salpicara, un chorro de chakra color negro hizo ese papel.
Los ojos del peliblanco se abrieron como platos, sabía que era eso. De hecho, estaba usando esa misma habilidad en ese momento. Sus ojos se clavaron en la nueva presa, asustado... ¿Acaso había alguien mas con esas habilidades?
— ¿¡QUE COÑO...!? — Escupió sin preámbulos.
Era evidente que ésto le había cogido por sorpresa. Apenas fue capaz de pronunciar queja alguna cuando la nueva figura le propinó una tremenda patada en el pecho. Apenas fue dolorosa, pero si que fue rápida e imprevista. Suficiente como para alejar al albino unos cuantos metros. Tal fue el shock, que hasta se desconcentró en su técnica, y perdió el control sobre ésta.
Ante él, una figura femenina tomó una pose erguida. Al verla bien, en ella pudo identificar rasgos de su propia madre, casi esquelética, y bastante demacrada. No cabía duda, esa técnica era la misma que él usaba para amedrentar a sus víctimas.
Anonadado, el chico se deslizó levemente hacia detrás, distanciandose algo de la que se había interpuesto en su propósito. Entre ambos, la kodachi quedó hincada en la hierba.
— ¿Tú de donde sales? No eres un shinobi de la noche! Estoy segura de ello. — Se pronunció la chica.
La cara de confusión del albino no pudo ser más evidente. No sabía de qué leches hablaba la recién llegada, y no sabía porqué preguntaba sobre una aldea de la que ni había escuchado. La aldea de la noche... estaba casi seguro de que esa aldea ni existía.
Con su forma tétrica aún activa, volvió su mirada hacia la chica de la mascara. No parecía entender el porqué la había atacado, y ése mismo gesto dio a entender que ambas chicas no tenían demasiado en común... al menos no formaban equipo, o eso era lo primero que se le vino al albino a la cabeza.
Lo mas rápido que pudo, el albino volvió a colocarse sobre ambas piernas, levantándose en un rápido gesto.
— ¿Otro sujeto de pruebas? ¿La vas a llevar a ver a esa bruja?—
— No sé de qué me estás hablando... — Contestó el Senju sin perder un segundo.
La fiesta parecía haberse acabado, o quizás tan solo acababa de comenzar.