28/06/2019, 11:51
Era imposible disimularlo. El chico, pese a haber escuchado dos veces la razón del Inuzuka por ayudarlo, aún desconfiaba. Seguramente no acostumbraba a que una persona le ayudase porque sí. Normalmente en aldeas tan pequeñas, la gente tiende a echarse una mano, a convivir como hermanos, a dar un hombro sobre el que apoyarse pues otro día podría ser él el necesitado. Pero ésta era distinta, la gente parecía estar enferma de alma y espíritu. Si bien no había sido cosa de ellos mismos, como personas, Los Cuatro habían hecho bien su trabajo, haciendo que desconfiasen hasta de ellos mismos.
El joven preguntó el nombre al Inuzuka, y antes de que éste pudiese responder, adelantó el propio. El chico se llamaba Koke, y parecía carecer de apellido, o bien no quería soltarlo así como así.
—Mi nombre es Yonome Kito, pero puedes llamarme Kito a secas. Encantado, Koke.
Conforme andaban, Koke anunció el destino del conunto de ramas y leña, se dirigía a casa de su abuelo. Pero no fue la única noticia, el chico también dejó caer que seguramente tuviese que terminar la ronda completa, y por tanto tendría que esperar un poco para que le pudiese enseñar el pueblo. Curioso tanto o más que Etsu, el chico preguntó qué le traía por ese asentamiento. De pronto, surgió un dato interesante, el lugar era tan pequeño —un asentamiento— que ni siquiera tenía nombre.
¿De verdad un grupo de personas llega a un lugar y hace por vivir en él y no lo bautiza con un nombre? Quizás el mal estaba hecho desde antes de que llegasen Los Cuatro.
—Mi aldea terminó desplazándose a la capital por falta de trabajo. Mi familia tenía bastante dinero, pero si todos se iban... terminaríamos en la quiebra en una aldea deshabitada. Así que mis padres decidieron ir a la capital también, pero yo... prefería tomar mi propio camino. Al cabo de unos días conocí a un hombre de aquí, y decidimos trabajar juntos. Ese sería un buen resumen... jajajaa.
Pasaron por la zona de animales y bichos, obviamente era una coexistencia imposible de separar. Terminaron frente a una casa claramente deteriorada, por cuya chimenea —por llamarla de algún modo— salía una polvareda impresionante. El chico avanzó tras anunciar que habían llegado, y apartó la cortina que hacía de puerta para adentrarse en el habitáculo. Alzó la voz para informar a su abuelo de que había traído la leña, y éste pareció quejarse de cuanto había tardado. Pero no llegó a terminar, pues ver al Inuzuka entrar le dejó casi sin palabras. Sin demora, señaló al genin y preguntó que de donde había salido.
Aun cargado con la leña, el Inuzuka sonrió tímidamente —soy Yonome Kito, y he llegado hace poco al asentamiento. Pensé que echando una mano a la gente de por aquí conocería antes y mejor la zona... lo siento mucho si molesto.
El joven preguntó el nombre al Inuzuka, y antes de que éste pudiese responder, adelantó el propio. El chico se llamaba Koke, y parecía carecer de apellido, o bien no quería soltarlo así como así.
—Mi nombre es Yonome Kito, pero puedes llamarme Kito a secas. Encantado, Koke.
Conforme andaban, Koke anunció el destino del conunto de ramas y leña, se dirigía a casa de su abuelo. Pero no fue la única noticia, el chico también dejó caer que seguramente tuviese que terminar la ronda completa, y por tanto tendría que esperar un poco para que le pudiese enseñar el pueblo. Curioso tanto o más que Etsu, el chico preguntó qué le traía por ese asentamiento. De pronto, surgió un dato interesante, el lugar era tan pequeño —un asentamiento— que ni siquiera tenía nombre.
¿De verdad un grupo de personas llega a un lugar y hace por vivir en él y no lo bautiza con un nombre? Quizás el mal estaba hecho desde antes de que llegasen Los Cuatro.
—Mi aldea terminó desplazándose a la capital por falta de trabajo. Mi familia tenía bastante dinero, pero si todos se iban... terminaríamos en la quiebra en una aldea deshabitada. Así que mis padres decidieron ir a la capital también, pero yo... prefería tomar mi propio camino. Al cabo de unos días conocí a un hombre de aquí, y decidimos trabajar juntos. Ese sería un buen resumen... jajajaa.
Pasaron por la zona de animales y bichos, obviamente era una coexistencia imposible de separar. Terminaron frente a una casa claramente deteriorada, por cuya chimenea —por llamarla de algún modo— salía una polvareda impresionante. El chico avanzó tras anunciar que habían llegado, y apartó la cortina que hacía de puerta para adentrarse en el habitáculo. Alzó la voz para informar a su abuelo de que había traído la leña, y éste pareció quejarse de cuanto había tardado. Pero no llegó a terminar, pues ver al Inuzuka entrar le dejó casi sin palabras. Sin demora, señaló al genin y preguntó que de donde había salido.
Aun cargado con la leña, el Inuzuka sonrió tímidamente —soy Yonome Kito, y he llegado hace poco al asentamiento. Pensé que echando una mano a la gente de por aquí conocería antes y mejor la zona... lo siento mucho si molesto.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~