2/07/2019, 23:03
...y además, Zetsuo acababa de detectar un olor muy especial. Algo debió darle un vuelco al estómago. Era un olor dulzón a lavanda, pero con matices ácidos. El olor de un perfume muy concreto, que por alguna razón conocía muy bien.
Alguien le dio un manotazo al médico por la espalda. Una mujer. Esa mujer. Ataviada con un vestido de playa morado y con un bolso con un estampado de girasoles colgado del hombro, Amedama Kiroe le observaba con sus ojos púrpuras bajo aquella pamela enorme de paja, en lo que parecía ser la coincidencia más grande, inesperada y molesta de toda su vida.
—¡¡HOMMMBREEEE, VECINO!! —exclamó a los cuatro vientos—. ¡Pero mira qué bien! ¡Cuando llegué aquí esta mañana me dije, "jolín, qué abandonado está esto, cómo voy a aburrirme"! ¡¡Fíjate tú, coincidir en la otra punta del mundo, eh!! ¡Y encima en la casita de enfrente!
Un muchachito despeinado, de ojos extraños y blancos como la nieve, vestido con un bañador naranja, unas chanclas azules y una camiseta verde dio un brinco cuando la puerta se abrió de golpe. El libro que estaba leyendo se le cayó de las manos y directo al sofá. Se inclinó un poco para ver.
—¿Hola...? —dijo, luego abrió los ojos y la boca, atónito—. ¿A... Ayame-san? ¿Qué haces... aquí?
¡Plas!
Alguien le dio un manotazo al médico por la espalda. Una mujer. Esa mujer. Ataviada con un vestido de playa morado y con un bolso con un estampado de girasoles colgado del hombro, Amedama Kiroe le observaba con sus ojos púrpuras bajo aquella pamela enorme de paja, en lo que parecía ser la coincidencia más grande, inesperada y molesta de toda su vida.
—¡¡HOMMMBREEEE, VECINO!! —exclamó a los cuatro vientos—. ¡Pero mira qué bien! ¡Cuando llegué aquí esta mañana me dije, "jolín, qué abandonado está esto, cómo voy a aburrirme"! ¡¡Fíjate tú, coincidir en la otra punta del mundo, eh!! ¡Y encima en la casita de enfrente!
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Un muchachito despeinado, de ojos extraños y blancos como la nieve, vestido con un bañador naranja, unas chanclas azules y una camiseta verde dio un brinco cuando la puerta se abrió de golpe. El libro que estaba leyendo se le cayó de las manos y directo al sofá. Se inclinó un poco para ver.
—¿Hola...? —dijo, luego abrió los ojos y la boca, atónito—. ¿A... Ayame-san? ¿Qué haces... aquí?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)