15/11/2015, 13:36
- Pe-pero mi cometa... - Susurró apenada la kunoichi mientras hacía un puchero. Al final había logrado volar la cometa por diversos segundos, escasos para poder disfrutarlos por el repentino pájaro que acababa de usurparle su juguete. Suspiró y escuchó a su cochero, ya que éste había dicho que lo mejor era seguir y olvidarse del tema.
''Pero mi cometa... ''
Miró por donde se había ido el ave volando, pero ya no quedaba ni rastro de plumas negras. Juró venganza mientras levantaba el puño con frustración y entonces notó algo en su interior.
-Grrrgmr... - Las mejillas de la joven se encendieron como si un mechero hubiera sido encendido por dentro de la boca de la joven y se llevó ambas manos a su estómago. Se había olvidado por completo de traer comida en la peregrinación al rededor de su villa para lucir los trajes de diseño de su vecina y ahora se moría de hambre. Sonrió con vergüenza y miró a Kazuma, intentando buscar una solución al problema.
Pero el chico se había anticipado a su petición, preguntándola si le parecía bien hacer una pausa para tomar el almuerzo y algo dentro de ella se alegró totalmente, como si su estómago tuviese rasgos faciales y hubiera formado una sonrisa de placer al escuchar la pregunta del albino. La peliazul asintió enérgicamente, pero luego volvió a ruborizarse ya que parecía desesperada por llevarse algo a la boca.
Y no era mentira.
- Pero, Kazuma-san, no tengo dinero... - Recordó amargamente, y su estómago volvió a entristecerse como ella. ¿Ahora qué podrían hacer?
''Pero mi cometa... ''
Miró por donde se había ido el ave volando, pero ya no quedaba ni rastro de plumas negras. Juró venganza mientras levantaba el puño con frustración y entonces notó algo en su interior.
-Grrrgmr... - Las mejillas de la joven se encendieron como si un mechero hubiera sido encendido por dentro de la boca de la joven y se llevó ambas manos a su estómago. Se había olvidado por completo de traer comida en la peregrinación al rededor de su villa para lucir los trajes de diseño de su vecina y ahora se moría de hambre. Sonrió con vergüenza y miró a Kazuma, intentando buscar una solución al problema.
Pero el chico se había anticipado a su petición, preguntándola si le parecía bien hacer una pausa para tomar el almuerzo y algo dentro de ella se alegró totalmente, como si su estómago tuviese rasgos faciales y hubiera formado una sonrisa de placer al escuchar la pregunta del albino. La peliazul asintió enérgicamente, pero luego volvió a ruborizarse ya que parecía desesperada por llevarse algo a la boca.
Y no era mentira.
- Pero, Kazuma-san, no tengo dinero... - Recordó amargamente, y su estómago volvió a entristecerse como ella. ¿Ahora qué podrían hacer?