7/07/2019, 00:06
El muchachito que leía dio un bote y cayó de lado como un pino derrumbándose lentamente en un bosque. Su libro se cerró, y el marcapáginas cayó fuera en la hierba. Frunció el ceño, cogió delicadamente el tomo y lo colocó de pie junto a la cabaña. Luego, con pasos tímidos y quizás ligeramente miedosos se acercó poco a poco a donde Aotsuki Zetsuo le reclamaba. Siempre mirando al suelo. Siempre eludiendo el contacto visual.
En aquél momento, eso debió de hacerle mucha gracia al Águila. Pero Daruu era simplemente un chico muy tímido. Y Zetsuo siempre le había intimidado mucho.
Se inclinó en una reverencia.
—Buenas tardes, Aotsuki-san.
En aquél momento, eso debió de hacerle mucha gracia al Águila. Pero Daruu era simplemente un chico muy tímido. Y Zetsuo siempre le había intimidado mucho.
Se inclinó en una reverencia.
—Buenas tardes, Aotsuki-san.