8/07/2019, 22:00
El águila se zafó de la patada de Kiroe y amarró su tobillo. La mujer apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de recibir un terrible golpe en la boca del estómago. Vio su único pie en tierra despegar y despegó, cayendo cinco metros después y levantando una enorme cantidad de polvo.
—Ten cuidado, pastelera. No estás en tus mejores... momentos para esto. No me gustaría hacerte daño después de tanto tiempo fuera de servicio.
Una enorme cantidad de polvo. Demasiado, de hecho, para tratarse de un simple choque contra el suelo, ¿no?
Un cañonazo de agua salió desde la parte superior de la nube a toda velocidad, describiendo un arco descendiente hasta Zetsuo. Un necio lo llamaría casualidad, pero la esfera taponó el sol un momento, y cuando se precipitó, hizo que le diera en la cara al hombre de forma directa.
Entretanto, Kiroe había salido de la nube de humo a toda velocidad hacia él sin preocuparse por su propia bala, y le atacaba de forma directa con un kunai.
—¡Mira quién habló! ¿Desde cuándo no haces trabajo de campo, Doctor Zetsuo? —rio, burlona.
Daruu resollaba, apenas incapaz de alcanzar los inquietos pasos de Ayame, que corría como una gacela.
—¡E... espera!
—¡¡Déjameee!!
—¡Sólo... quiero...!
Ayame tropezó contra una piedra y rodó por la hierba unos metros. Se encogió como un bicho bola, rezando a sus ancestros por algún tipo de protección. Daruu llegó jadeando y se tomó un momento para recuperar el aliento con las muñecas apoyadas en las rodillas. Los polos de chocolate estaban empezando a sudar.
—Por favor no... No... No me pegues... —gimoteó Ayame.
—N... no quiero... no quiero pegarte... quiero... Agh. ¡Yo no quería pelear! ¡Estoy de vacaciones! ¡Pero tu padre da miedo!
Le dio un par de golpecitos con el pie en el tobillo.
—¿Quieres helado? Te lo he... traído... corriendo...
—Ten cuidado, pastelera. No estás en tus mejores... momentos para esto. No me gustaría hacerte daño después de tanto tiempo fuera de servicio.
Una enorme cantidad de polvo. Demasiado, de hecho, para tratarse de un simple choque contra el suelo, ¿no?
Un cañonazo de agua salió desde la parte superior de la nube a toda velocidad, describiendo un arco descendiente hasta Zetsuo. Un necio lo llamaría casualidad, pero la esfera taponó el sol un momento, y cuando se precipitó, hizo que le diera en la cara al hombre de forma directa.
Entretanto, Kiroe había salido de la nube de humo a toda velocidad hacia él sin preocuparse por su propia bala, y le atacaba de forma directa con un kunai.
—¡Mira quién habló! ¿Desde cuándo no haces trabajo de campo, Doctor Zetsuo? —rio, burlona.
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Daruu resollaba, apenas incapaz de alcanzar los inquietos pasos de Ayame, que corría como una gacela.
—¡E... espera!
—¡¡Déjameee!!
—¡Sólo... quiero...!
Ayame tropezó contra una piedra y rodó por la hierba unos metros. Se encogió como un bicho bola, rezando a sus ancestros por algún tipo de protección. Daruu llegó jadeando y se tomó un momento para recuperar el aliento con las muñecas apoyadas en las rodillas. Los polos de chocolate estaban empezando a sudar.
—Por favor no... No... No me pegues... —gimoteó Ayame.
—N... no quiero... no quiero pegarte... quiero... Agh. ¡Yo no quería pelear! ¡Estoy de vacaciones! ¡Pero tu padre da miedo!
Le dio un par de golpecitos con el pie en el tobillo.
—¿Quieres helado? Te lo he... traído... corriendo...