8/07/2019, 22:40
"¿Accidente? Imagino que se lesionó... Y convirtió ese desdén en la fortaleza que hoy más le caracteriza. Vaya." No manifestaba su pensar externamente, pues su semblante se mantenía sereno, aunque estaba muy pendiente de cada palabra que mencionaba la kunoichi y las escudriñaba para desenmarañar el significado de estas. "¿Tan fuerte se supone que es su hermana?" Se quedó con la duda de que pasaría si se enfrentaba a ella.
—Ay, no sé por dónde empezar...— se cruzó de brazos. —Supongo que desde el principio, pero, es demasiado largo— suspiró. —Trataré de resumirlo lo más posible— Asintió con la cabeza.
»Fue durante una misión, el daimyō ordenó investigar el Cementerio del Gobi, ya que se decía que extraños susurros ocurrían a la medianoche, así que un chūnin de mi aldea y yo fuimos a indagar. Ahí, conocimos a una chica que era una especie de caza fantasmas y nos contó que buscaba a un tal Shiro Shinigami, el cuál era un loco que en vida hacía sacrificios y que Amaterasu luego lo convirtió en un dios de la muerta tal cual. Tenía muchos aparatos raros, ¡incluso uno que percibía el chakra! Bueno, el asunto está en que en algún momento de la noche... Cómo lo digo. Podría decir que parte del alma de los difuntos empezó a salir de las tumbas. Según el aparato de la chica, aquello no era chakra ni nada por el estilo. Hubo un ruido extraño que nos dejó más sordos que una bomba de sonido y toda esa energía fantasmal empezó a arremolinarse en una enorme tumba. Fuimos a investigar y descubrimos a unos extraños tipos que parecían unos sectarios. Al someterlos e interrogar a uno, el hijo de puta confesó que estaban planeando invocar al dios de la muerte usando la energía restante en las tumbas de las víctimas del bijū. Nosotros no sabíamos que hacer, hasta que la chica cometió la imprudencia de meterse sóla al mauseleo y tuvimos que ir a rescatarla.
Hizo una pausa, pues estaba por contar la parte fuerte.
—Cuando entramos, lo vimos. Era un ser enorme, además que era, ¿translúcido? Tenía la piel morada, marcas que parecían símbolos de fūinjutsu, cuernos rojos, colmillos y garras, además de unos ojos totalmente ennegrecidos con iris dorado. Aparentemente mató a los sujetos que le invocaron, y dijo que iba a purgar a los indignos. Pero también dijo que necesitaba a alguien digno, y quiso poseer a la muchacha. Mi compañero no lo permitió y terminó siendo el poseído por el monstruo, fue cómo si se fusionaran— el Yotsuki abrió los ojos cómo platos al sólo recordarlo. —Te mentiría si te dijera que no dudé al inicio, pero...— por un instante, la mirada de Rōga cambió. Era decidida, orgullosa. Sus ojos ya no miraban a Ranko, sino que viajaron al pasado, dedicando el mismo semblante que le mostró a aquel ser. —No parecía sentir nada de dolor, además que no importaba que golpe usara, no le dejaba absolutamente ninguna herida. Tiraba une extraño haz de luz con su tantō, además que podía aparentemente levitar de forma misteriosa. Pero nada de aquello parecía ser técnicas normales... Sin embargo, parecía que no podía poseerlo por completo y someter su voluntad. No sé como lo intuí, pero aparentemente logré que perdiera parte del poder robado de las almas al golpearlo... En esos momentos, yo me prometí que no iba a sentir miedo. Y agoté todo mi chakra con tal de poder salvarlo a él y a la chica. Aún así...
Se cortó en su relato en cuando algo externo captó su atención. Se trataba de una mujer de cabellos de fuego, la cuál de una forma totalmente dramática había decidido deshacerse de sus ropas para zambullirse a las aguas del mar. No dijo nada al inicio, sino que simplemente extendió el brazo derecho para señalar con el dedo a la mujer.
—Who's she?— enarcó una ceja al preguntar, aunque probablemente la castaña no iba a entender sus palabras.
—Ay, no sé por dónde empezar...— se cruzó de brazos. —Supongo que desde el principio, pero, es demasiado largo— suspiró. —Trataré de resumirlo lo más posible— Asintió con la cabeza.
»Fue durante una misión, el daimyō ordenó investigar el Cementerio del Gobi, ya que se decía que extraños susurros ocurrían a la medianoche, así que un chūnin de mi aldea y yo fuimos a indagar. Ahí, conocimos a una chica que era una especie de caza fantasmas y nos contó que buscaba a un tal Shiro Shinigami, el cuál era un loco que en vida hacía sacrificios y que Amaterasu luego lo convirtió en un dios de la muerta tal cual. Tenía muchos aparatos raros, ¡incluso uno que percibía el chakra! Bueno, el asunto está en que en algún momento de la noche... Cómo lo digo. Podría decir que parte del alma de los difuntos empezó a salir de las tumbas. Según el aparato de la chica, aquello no era chakra ni nada por el estilo. Hubo un ruido extraño que nos dejó más sordos que una bomba de sonido y toda esa energía fantasmal empezó a arremolinarse en una enorme tumba. Fuimos a investigar y descubrimos a unos extraños tipos que parecían unos sectarios. Al someterlos e interrogar a uno, el hijo de puta confesó que estaban planeando invocar al dios de la muerte usando la energía restante en las tumbas de las víctimas del bijū. Nosotros no sabíamos que hacer, hasta que la chica cometió la imprudencia de meterse sóla al mauseleo y tuvimos que ir a rescatarla.
Hizo una pausa, pues estaba por contar la parte fuerte.
—Cuando entramos, lo vimos. Era un ser enorme, además que era, ¿translúcido? Tenía la piel morada, marcas que parecían símbolos de fūinjutsu, cuernos rojos, colmillos y garras, además de unos ojos totalmente ennegrecidos con iris dorado. Aparentemente mató a los sujetos que le invocaron, y dijo que iba a purgar a los indignos. Pero también dijo que necesitaba a alguien digno, y quiso poseer a la muchacha. Mi compañero no lo permitió y terminó siendo el poseído por el monstruo, fue cómo si se fusionaran— el Yotsuki abrió los ojos cómo platos al sólo recordarlo. —Te mentiría si te dijera que no dudé al inicio, pero...— por un instante, la mirada de Rōga cambió. Era decidida, orgullosa. Sus ojos ya no miraban a Ranko, sino que viajaron al pasado, dedicando el mismo semblante que le mostró a aquel ser. —No parecía sentir nada de dolor, además que no importaba que golpe usara, no le dejaba absolutamente ninguna herida. Tiraba une extraño haz de luz con su tantō, además que podía aparentemente levitar de forma misteriosa. Pero nada de aquello parecía ser técnicas normales... Sin embargo, parecía que no podía poseerlo por completo y someter su voluntad. No sé como lo intuí, pero aparentemente logré que perdiera parte del poder robado de las almas al golpearlo... En esos momentos, yo me prometí que no iba a sentir miedo. Y agoté todo mi chakra con tal de poder salvarlo a él y a la chica. Aún así...
Se cortó en su relato en cuando algo externo captó su atención. Se trataba de una mujer de cabellos de fuego, la cuál de una forma totalmente dramática había decidido deshacerse de sus ropas para zambullirse a las aguas del mar. No dijo nada al inicio, sino que simplemente extendió el brazo derecho para señalar con el dedo a la mujer.
—Who's she?— enarcó una ceja al preguntar, aunque probablemente la castaña no iba a entender sus palabras.