14/07/2019, 21:09
"¿Unos días? No creo que puedan revisar tantas entradas en tampoco tiempo… Me hace preguntarme cuántas personas participaron en el segundo certamen…"
La chica no externó su duda, sino que asintió muy animosamente.
—¡A-así es! No sé si sea seleccionada. No lo creo. ¡P-pero sería fantástico! Qui-quisiera conseguirlo, sea cual sea el… el resultado. T-tal vez nos encontremos a-al comprarlo. —Soltó una risita.
Ranko soltó un suspiro al llegar al punto de separación. Había sido un día bastante cansado, pero mucho muy divertido. Había aprendido un par de cosas, tanto sobre el mundo como de sí misma.
—U-uno muy bueno. Muchísimas gracias a usted, Hanamura-san. P-por sus consejos y su paciencia. No habría sido un… ahm… u-una buena experiencia sola. Gracias.
Buscó entonces en la bolsa que llevaba y sacó algo pequeño. Había comprado algunas monedas ornamentales, las cuales tenían algún emblema y colgaban de un cordel. La que había sacado tenía en el centro la figura de una planta: una serie de flores que crecían hacia abajo y colgaban de un tallo, un jacinto de los bosques.
Con suma timidez, Ranko extendió la moneda hacia Kazuma.
—Y-yo… ahm… M-me… Me gustaría q-que… Que conservara esto.
No sabía si el peliblanco tenía conocimientos sobre el hanakotoba, o el lenguaje de las flores. Una suerte de poesía atribuida a las plantas, se podría pensar. Aquel jazmín significaba agradecimiento.
La chica no externó su duda, sino que asintió muy animosamente.
—¡A-así es! No sé si sea seleccionada. No lo creo. ¡P-pero sería fantástico! Qui-quisiera conseguirlo, sea cual sea el… el resultado. T-tal vez nos encontremos a-al comprarlo. —Soltó una risita.
Ranko soltó un suspiro al llegar al punto de separación. Había sido un día bastante cansado, pero mucho muy divertido. Había aprendido un par de cosas, tanto sobre el mundo como de sí misma.
—U-uno muy bueno. Muchísimas gracias a usted, Hanamura-san. P-por sus consejos y su paciencia. No habría sido un… ahm… u-una buena experiencia sola. Gracias.
Buscó entonces en la bolsa que llevaba y sacó algo pequeño. Había comprado algunas monedas ornamentales, las cuales tenían algún emblema y colgaban de un cordel. La que había sacado tenía en el centro la figura de una planta: una serie de flores que crecían hacia abajo y colgaban de un tallo, un jacinto de los bosques.
Con suma timidez, Ranko extendió la moneda hacia Kazuma.
—Y-yo… ahm… M-me… Me gustaría q-que… Que conservara esto.
No sabía si el peliblanco tenía conocimientos sobre el hanakotoba, o el lenguaje de las flores. Una suerte de poesía atribuida a las plantas, se podría pensar. Aquel jazmín significaba agradecimiento.
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