17/07/2019, 19:57
(Última modificación: 17/07/2019, 19:57 por Aotsuki Ayame.)
—Qué interesante. ¡D-debe ser genial! E-eso de tener un amigo pastelero, digo. N-no soy fanática de lo dulce, p-pero siempre cae bien una rebanada.
—¡Oh, pues a mí me encantan! A veces quizás demasiado —admitió Ayame, con una risilla mientras se frotaba la nuca.
—¿Y-yo? B-bueno… —respondió al fin Ranko, rascándose la mejilla con gesto pensativo—. De paseo. Bueno, no sólo eso… Digo… Hace poco hice un viaje a… ahm… Yugakure, en el País del Rayo. Fue una… Ahm… experiencia… interesante. M-muy agitada. Para mi gusto. Creo. Y-y me apeteció pasar un tiempo lejos. Lejos de muchas cosas. A-algo más… ehm… relajante.
—Yugakure... Esa es la Villa de las Aguas Termales, ¿verdad? —comentó Ayame, con el dedo índice sobre el mentón—. Nunca he ido allí, pero me encantaría probar sus aguas termales, dicen que son las mejores de todo Oonindo.
Ambas siguieron caminando, y el camino poco a poco fue alejándose del risco que las separaban de una caída fatal. En la distancias ya comenzaban a apreciarse las casitas de Yachi, por lo que no tardarían mucho más en llegar.
—S-soy algo… Tengo ciertas… Bueno, dificultades. Yachi no es un… lugar fiestero ¿Verdad?
Ayame la miró, extrañada por sus palabras.
—Es un pueblo bastante tranquilo, aunque a final del otoño hacen un festival de calabazas. Ahí sí que se anima bastante el ambiente —respondió. Aún no había podido olvidar lo que había pasado en aquel festival dos años, y un estremecimiento recorrió su espalda sin poder evitarlo—. Pero... ¿te encuentras bien? ¿Te pasa algo?
—¡Oh, pues a mí me encantan! A veces quizás demasiado —admitió Ayame, con una risilla mientras se frotaba la nuca.
—¿Y-yo? B-bueno… —respondió al fin Ranko, rascándose la mejilla con gesto pensativo—. De paseo. Bueno, no sólo eso… Digo… Hace poco hice un viaje a… ahm… Yugakure, en el País del Rayo. Fue una… Ahm… experiencia… interesante. M-muy agitada. Para mi gusto. Creo. Y-y me apeteció pasar un tiempo lejos. Lejos de muchas cosas. A-algo más… ehm… relajante.
—Yugakure... Esa es la Villa de las Aguas Termales, ¿verdad? —comentó Ayame, con el dedo índice sobre el mentón—. Nunca he ido allí, pero me encantaría probar sus aguas termales, dicen que son las mejores de todo Oonindo.
Ambas siguieron caminando, y el camino poco a poco fue alejándose del risco que las separaban de una caída fatal. En la distancias ya comenzaban a apreciarse las casitas de Yachi, por lo que no tardarían mucho más en llegar.
—S-soy algo… Tengo ciertas… Bueno, dificultades. Yachi no es un… lugar fiestero ¿Verdad?
Ayame la miró, extrañada por sus palabras.
—Es un pueblo bastante tranquilo, aunque a final del otoño hacen un festival de calabazas. Ahí sí que se anima bastante el ambiente —respondió. Aún no había podido olvidar lo que había pasado en aquel festival dos años, y un estremecimiento recorrió su espalda sin poder evitarlo—. Pero... ¿te encuentras bien? ¿Te pasa algo?