17/07/2019, 22:32
—Lo siento, pequeño —dijo la pastelera, para desgracia del pequeño Kōri—. Los ingredientes son difíciles de transportar y no me he traído ninguno hecho. Si hubiera sabido que ibas a venir...
—No pasa nada, Kiroe-san —respondió él. Pese a todo, ningún atisbo de decepción se reflejó en el impávido rostro del muchacho. De hecho, giró la cabeza cuando percibió la presencia de su padre y su hermana pequeña acercándose.
No fue el único que se dio cuenta.
—¡Oh, Ayame! —exclamó Kiroe, reincorporándose.
Y Zetsuo sintió un siniestro placer al comprobar que la mujer aún seguía dolorida por el golpe sufrido. Aunque, teniendo aún la frente enrojecida como la tenía, no podía hablar demasiado alto.
—¿Te gusta el helado, pequeñaja?
Ayame se escondió aún más detrás de su padre. Agachó la cabeza con timidez y miró alternativamente su helado y a la propia Kiroe. Por último dirigió una última y rápida mirada hacia la otra cabaña, donde Daruu había vuelto a refugiarse.
—S... sí...
—¿Qué se dice, niña? —refunfuñó Zetsuo.
—Gr... gracias... Amedama-san...
—No pasa nada, Kiroe-san —respondió él. Pese a todo, ningún atisbo de decepción se reflejó en el impávido rostro del muchacho. De hecho, giró la cabeza cuando percibió la presencia de su padre y su hermana pequeña acercándose.
No fue el único que se dio cuenta.
—¡Oh, Ayame! —exclamó Kiroe, reincorporándose.
Y Zetsuo sintió un siniestro placer al comprobar que la mujer aún seguía dolorida por el golpe sufrido. Aunque, teniendo aún la frente enrojecida como la tenía, no podía hablar demasiado alto.
—¿Te gusta el helado, pequeñaja?
Ayame se escondió aún más detrás de su padre. Agachó la cabeza con timidez y miró alternativamente su helado y a la propia Kiroe. Por último dirigió una última y rápida mirada hacia la otra cabaña, donde Daruu había vuelto a refugiarse.
—S... sí...
—¿Qué se dice, niña? —refunfuñó Zetsuo.
—Gr... gracias... Amedama-san...