21/07/2019, 16:14
(Última modificación: 21/07/2019, 16:16 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Kiroe agradeció con una risilla y volvió a revolverle el pelo a Ayame. De giró hacia Zetsuo y, con una expresión mucho más desafiante, le dijo:
—Pasad una buena tarde, Zetsuo. —Con aire orgulloso, Kiroe se dio la vuelta y se internó también en la cabaña.
Encontró a su hijo de nuevo sentado de una forma que a todas luces se antojaba incómoda, devorando aquél libro.
—¿Por qué no sueltas ese libro un poco y disfrutas de este paraíso, hijo? ¡Aquí no está lloviendo todo el día!
Daruu dejó caer la cubierta hasta que tocó el asiento, y, bocabajo, levantó una ceja. ¿O la agachó? Era difícil saberlo.
—¿Y se supone que eso es bueno? —protestó el pequeño. Se dejó caer de lado sobre el sofá y extendió los brazos. Agitó las mangas de la camiseta—. Estoy todo el rato sudando, la camiseta está pegada al cuerpo, estoy pringoso, sucio. ¡Esto es un asco!
Kiroe apretó la mandíbula y le mostró el puño cerrado, temblando.
—Con lo que ha costado esto, y vienes nada más que a quejarte... ¡De verdad, Daruu, eh!
—¡Yo no he pedido venir aquí! —protestó él, levantándose de un salto—. ¡Nadie me deja leer mi libro tranquilamente, en Amegakure sí que podía leer!
Kiroe se adelantó, le dio una torta a su hijo y de una zancada se plantó delante de Los Tres Secretos del Ninja del Viento, lo tomó y se lo llevó con ella.
—¡Eh, eh! ¿Qué haces? ¡Mamá!
—¡Se acabó! ¡Hasta que no salgas un rato y aprecies el dinero que estamos perdiendo con estas vacaciones no volverás a tocar el libro!
Daruu infló los carrillos y subió las escaleras pisoteando lo más fuerte que pudo los escalones.
—Uau. Qué divertido. —Daruu, con el rostro más apático que podría imaginarse, golpeó con una pala de plástico el castillo de arena hecho también a desgana. Sentado sobre una toalla de color azul claro, y vestido con un bañador verde y negro, sentía ya que estaba achicharrándose allá abajo en la playa. Y eso que eran ya las cinco y media.
Se dejó caer boca arriba.
—Pasad una buena tarde, Zetsuo. —Con aire orgulloso, Kiroe se dio la vuelta y se internó también en la cabaña.
Encontró a su hijo de nuevo sentado de una forma que a todas luces se antojaba incómoda, devorando aquél libro.
—¿Por qué no sueltas ese libro un poco y disfrutas de este paraíso, hijo? ¡Aquí no está lloviendo todo el día!
Daruu dejó caer la cubierta hasta que tocó el asiento, y, bocabajo, levantó una ceja. ¿O la agachó? Era difícil saberlo.
—¿Y se supone que eso es bueno? —protestó el pequeño. Se dejó caer de lado sobre el sofá y extendió los brazos. Agitó las mangas de la camiseta—. Estoy todo el rato sudando, la camiseta está pegada al cuerpo, estoy pringoso, sucio. ¡Esto es un asco!
Kiroe apretó la mandíbula y le mostró el puño cerrado, temblando.
—Con lo que ha costado esto, y vienes nada más que a quejarte... ¡De verdad, Daruu, eh!
—¡Yo no he pedido venir aquí! —protestó él, levantándose de un salto—. ¡Nadie me deja leer mi libro tranquilamente, en Amegakure sí que podía leer!
Kiroe se adelantó, le dio una torta a su hijo y de una zancada se plantó delante de Los Tres Secretos del Ninja del Viento, lo tomó y se lo llevó con ella.
—¡Eh, eh! ¿Qué haces? ¡Mamá!
—¡Se acabó! ¡Hasta que no salgas un rato y aprecies el dinero que estamos perdiendo con estas vacaciones no volverás a tocar el libro!
Daruu infló los carrillos y subió las escaleras pisoteando lo más fuerte que pudo los escalones.
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—Uau. Qué divertido. —Daruu, con el rostro más apático que podría imaginarse, golpeó con una pala de plástico el castillo de arena hecho también a desgana. Sentado sobre una toalla de color azul claro, y vestido con un bañador verde y negro, sentía ya que estaba achicharrándose allá abajo en la playa. Y eso que eran ya las cinco y media.
Se dejó caer boca arriba.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)