24/07/2019, 13:14
Juro y Yota, en ese momento, echaron un pulso mental. Juro ganó el pulso. Por una vez, su autoridad fue más fuerte que cualquier clase de amistad que ambos tuvieran. Juro se sintió feliz, y asustado, porque supo que Yota no iba a olvidarlo fácilmente.
« Supongo que me estoy convirtiendo en lo que debo ser » — pensó, con cierta amargura.
La mujer, aunque anciana y algo terca, parecía bondadosa. Aun mostrando algo de incomodidad, aceptó las disculpas, y por tanto, decidió ayudarles. Juro ayudó a Yota durante el camino y le dejó apoyarse en su hombro, puesto que, aunque no iba a perder la consciencia, sí que parecía mareado y a punto de caer.
El marionetista observó, en silencio, como llegaban al palacio. La mujer habló con los dos guardias, y pudieron entrar. El chico lo observó con asombro, pues no esperaba tanto respeto hacia la mujer.
« No es una cualquiera aquí dentro » — A pesar de sentirse algo mal por la orden, se alegró mucho de haber obligado a su compañero a disculparse. Estaba claro que tenerla de su lado iba a ayudarles en muchos aspectos.
El ninja se admiró por la decoración del palacio. La burbuja, desde fuera, era asombrosa, pero por dentro, las paredes blancas y las decoraciones de bambú le parecieron preciosas. Se dijo, para sí mismo, que la oportunidad de ver por dentro el palacio del señor feudal era única, y que a pesar de la situación, debería sentirse privilegiado de poder disfrutarla.
Dejaron a Yota en lo que parecía ser la enfermería. Aunque el chico hubiera preferido quedarse con su compañero, la mujer parecía tener planes para él, así que la siguió. Ahí le informó de su identidad.
« El perro es el del señor feudal, y ella parece ser su confidente » — Eso era una sorpresa. ¿El señor feudal estaba tan interesado en los cotilleos? ¿O es que se refería a otra clase de cosas? No lo supo, pero Juro entendió que todo lo que le contara, y todo lo que hablaran delante de ella, probablemente, iría a parar a sus manos, así que tenía que tener mucho cuidado con sus palabras. Su compañero ya lo había arruinado bastante, así que tenía que ser él quien reparase sus errores.
Entraron en una sala vacía, con un par de sillas. Al jounin le recordó a una sala de interrogatorios. Asintió ante las palabras de la mujer y se sentó, con su enorme perro inquietantemente al lado.
—. ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis en Tane-Shigai?— Juro se acomodó en su asiento, lentamente. Con un perro así de grande, no quería hacer movimientos bruscos. Entonces, miró a la mujer a los ojos, e intentó no sentirse incomodado por el sentimiento de ser interrogado, o de tener a un perro enorme que podría morderle a la altura de su culo.
— Mi nombre es Eikyuu Juro. Soy Jonin de Kusagakure. El nombre de mi compañero es Sasagani Yota, y es un genin — le informó a la mujer —. Hemos venido desde nuestra aldea para cumplir una misión. Estamos encargados de un combate de exhibición que se realizará para el cumpleaños del Señor Feudal. Nuestro Kage nos informó de que debiamos reunirnos con un tal Yamauchi-san, pero lo cierto es que llegamos antes de lo previsto, y la noche nos sorprendió en mitad de la ciudad. Por eso estabamos buscando un lugar para alojarnos, puesto que no pensamos que se nos permitiera entrar al palacio en mitad de la noche y antes de tiempo.
» Espere. Tengo pruebas que lo demuestran — Juro rebuscó y sacó el pergamino. Aunque sabía que estas cosas no se enseñaban a civiles, recordó que su Kage, en mitad del enfado que se llevó por Yota, les dijo que ese pergamino serviría como acreditación. Era ahora o nunca.
Le enseñó dicho pergamino, que afortunadamente, seguía guardando para sí. Esperó que se lo diera nada más verlo, puesto que lo necesitaban. No lo perdió de vista.
— Nuevamente, quería agradecerle sus servicios y la ayuda que nos ha dado. Lamento mucho el espectáculo causado — repitió Juro, y le dedicó una sonrisa a la mujer. Después, le dedicó otra al perro, puesto que no quería ser desagradable con el animal, y le daba lastima haber tenido que aplicar una técnica sobre él.
« Supongo que me estoy convirtiendo en lo que debo ser » — pensó, con cierta amargura.
La mujer, aunque anciana y algo terca, parecía bondadosa. Aun mostrando algo de incomodidad, aceptó las disculpas, y por tanto, decidió ayudarles. Juro ayudó a Yota durante el camino y le dejó apoyarse en su hombro, puesto que, aunque no iba a perder la consciencia, sí que parecía mareado y a punto de caer.
El marionetista observó, en silencio, como llegaban al palacio. La mujer habló con los dos guardias, y pudieron entrar. El chico lo observó con asombro, pues no esperaba tanto respeto hacia la mujer.
« No es una cualquiera aquí dentro » — A pesar de sentirse algo mal por la orden, se alegró mucho de haber obligado a su compañero a disculparse. Estaba claro que tenerla de su lado iba a ayudarles en muchos aspectos.
El ninja se admiró por la decoración del palacio. La burbuja, desde fuera, era asombrosa, pero por dentro, las paredes blancas y las decoraciones de bambú le parecieron preciosas. Se dijo, para sí mismo, que la oportunidad de ver por dentro el palacio del señor feudal era única, y que a pesar de la situación, debería sentirse privilegiado de poder disfrutarla.
Dejaron a Yota en lo que parecía ser la enfermería. Aunque el chico hubiera preferido quedarse con su compañero, la mujer parecía tener planes para él, así que la siguió. Ahí le informó de su identidad.
« El perro es el del señor feudal, y ella parece ser su confidente » — Eso era una sorpresa. ¿El señor feudal estaba tan interesado en los cotilleos? ¿O es que se refería a otra clase de cosas? No lo supo, pero Juro entendió que todo lo que le contara, y todo lo que hablaran delante de ella, probablemente, iría a parar a sus manos, así que tenía que tener mucho cuidado con sus palabras. Su compañero ya lo había arruinado bastante, así que tenía que ser él quien reparase sus errores.
Entraron en una sala vacía, con un par de sillas. Al jounin le recordó a una sala de interrogatorios. Asintió ante las palabras de la mujer y se sentó, con su enorme perro inquietantemente al lado.
—. ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis en Tane-Shigai?— Juro se acomodó en su asiento, lentamente. Con un perro así de grande, no quería hacer movimientos bruscos. Entonces, miró a la mujer a los ojos, e intentó no sentirse incomodado por el sentimiento de ser interrogado, o de tener a un perro enorme que podría morderle a la altura de su culo.
— Mi nombre es Eikyuu Juro. Soy Jonin de Kusagakure. El nombre de mi compañero es Sasagani Yota, y es un genin — le informó a la mujer —. Hemos venido desde nuestra aldea para cumplir una misión. Estamos encargados de un combate de exhibición que se realizará para el cumpleaños del Señor Feudal. Nuestro Kage nos informó de que debiamos reunirnos con un tal Yamauchi-san, pero lo cierto es que llegamos antes de lo previsto, y la noche nos sorprendió en mitad de la ciudad. Por eso estabamos buscando un lugar para alojarnos, puesto que no pensamos que se nos permitiera entrar al palacio en mitad de la noche y antes de tiempo.
» Espere. Tengo pruebas que lo demuestran — Juro rebuscó y sacó el pergamino. Aunque sabía que estas cosas no se enseñaban a civiles, recordó que su Kage, en mitad del enfado que se llevó por Yota, les dijo que ese pergamino serviría como acreditación. Era ahora o nunca.
Le enseñó dicho pergamino, que afortunadamente, seguía guardando para sí. Esperó que se lo diera nada más verlo, puesto que lo necesitaban. No lo perdió de vista.
— Nuevamente, quería agradecerle sus servicios y la ayuda que nos ha dado. Lamento mucho el espectáculo causado — repitió Juro, y le dedicó una sonrisa a la mujer. Después, le dedicó otra al perro, puesto que no quería ser desagradable con el animal, y le daba lastima haber tenido que aplicar una técnica sobre él.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60