24/07/2019, 23:32
A Daruu no le importaron los amortiguados pasillos de una Ayame que pateaba la arena con tanta despreocupación que acabó echándole arena encima al muchacho. Él se sentó de golpe, quitándose la arena de la cara y bufando.
—¡Eh! —protestó, cuando Ayame pisó y destruyó vilmente el penoso castillo de arena que había erigido a desgana. Penoso, sí, y sí, hecho a desgana. ¡Pero era suyo!
Daruu se levantó y se acercó a la orilla.
—¡Ten un poco de cuidado jopé!
—¡Eh! —protestó, cuando Ayame pisó y destruyó vilmente el penoso castillo de arena que había erigido a desgana. Penoso, sí, y sí, hecho a desgana. ¡Pero era suyo!
Daruu se levantó y se acercó a la orilla.
—¡Ten un poco de cuidado jopé!