27/07/2019, 01:36
Una vez todos estuvieron sentados en la mesa, la pareja formalizó la misma con una oración. El chico, al igual que el can, era la primera vez que veía algo así. No estaba acostumbrado a que se diese las gracias por la comida que se iba a comer, ni porque se diesen las gracias por la misma. Quizás era cosa de la gente que no tenía mucho, o simplemente eran motivos religiosos propios de aquel pequeño poblado. Fuese como fuese, la liviana inteligencia del chico le impidió que tomase nada antes de que éstos terminasen sus plegarias.
Todos comenzaron a comer, el que con más ahínco lo hizo fue Rao, que superaba hasta a Akane. Superar a Akane en ansias de comer no era cosa fácil, pero el hombre lo consiguió sumamente fácil. Entre tanto, la mujer dejó caer un par de opciones para Etsu. Le tendía la posibilidad de ver el criadero, o bien descansar un poco tras el almuerzo. Fuese como fuese, lo que podía sacar en claro era que iban a poder darle alojamiento en lo que en su momento había sido la bodega.
Etsu dejó por un instante su plato —me encantaría ver el criadero, la verdad. No soy muy hecho a dormir, la verdad... jajaja.
Continuaron comiendo, disfrutando de tan buen guiso. El marido parecía tan sumido en el plato, que careciese de control para percibir algo fuera de éste. Casi igual que Akane, pero más intenso. Hasta que se dio cuenta de que había una conversación, o quizás fue otra cosa, momento en el cual pareció caer del cielo de vuelta a la tierra.
—Jajajaja... parece que has echado de menos la comida de tu esposa, Rao...
Todos comenzaron a comer, el que con más ahínco lo hizo fue Rao, que superaba hasta a Akane. Superar a Akane en ansias de comer no era cosa fácil, pero el hombre lo consiguió sumamente fácil. Entre tanto, la mujer dejó caer un par de opciones para Etsu. Le tendía la posibilidad de ver el criadero, o bien descansar un poco tras el almuerzo. Fuese como fuese, lo que podía sacar en claro era que iban a poder darle alojamiento en lo que en su momento había sido la bodega.
Etsu dejó por un instante su plato —me encantaría ver el criadero, la verdad. No soy muy hecho a dormir, la verdad... jajaja.
Continuaron comiendo, disfrutando de tan buen guiso. El marido parecía tan sumido en el plato, que careciese de control para percibir algo fuera de éste. Casi igual que Akane, pero más intenso. Hasta que se dio cuenta de que había una conversación, o quizás fue otra cosa, momento en el cual pareció caer del cielo de vuelta a la tierra.
—Jajajaja... parece que has echado de menos la comida de tu esposa, Rao...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~