18/11/2015, 20:50
La conversación que aquellos dos estaban teniendo había dejado completamente descolocada a Ritsuko que todavía no sabía qué hacer, existía la posibilidad de que esa mujer que la acababa de salvar en realidad prefiriese torturarla o algo similar, por lo que sería conveniente desaparecer cuanto antes.
~ ¿Qué hago...? ~ Se preguntó a si misma mientras observaba la lucha que los otros dos shinobis estaban teniendo, ambos usaban ese chakra extraño que previamente había adoptado la forma de un gato, con la sola diferencia de que ahora a los ojos de la de Taki eran masas amorfas.
Mientras la pelirroja pensaba, recordó que momentos antes se habían escuchado una risa proveniente de la zona boscosa que estaba a unos metros de distancia. Con eso se le vino la idea de adentrarse en ese lugar para escapar puesto que tirarse por el acantilado o mismo por la cascada no era muy seguro. ~ Espero que el que se reía se haya ido... ~ Dijo para si misma Ritsuko mientras comenzaba a alejarse de la escena.
El dolor de su brazo no cedía y la herida seguía sangrando, aunque por el color de su gabardina casi ni se percibía la sangre. La chica lo único que podía hacer al respecto era seguir presionando el corte con un agarre firme de su otra mano pero le estaba resultando de lo más molesto tener el brazo en ese estado. ~ Encima perdí el pescado... ~ Se lamentaba la kunoichi.
Justo cuando estaba a punto de llegar al primer árbol, un grito lleno de ira la hizo pararse en seco y voltearse al instante con el temor de que el albino haya vencido y viniese a buscarla.
— ¿¡QUE SABES DE ELLA!? ¿¡DONDE ESTÁ!?—
Para suerte de la pelirroja, el chico estaba hablando con esa mujer de cabellera rubia que parecía estar controlando demasiado bien la situación, por lo que Ritsuko pudo seguir su camino a través de los árboles alejándose lo más que podía de aquellos dos.
- ¿Y a ese qué le pasa...? - Preguntó la kunoichi mientras corría entre los árboles. - Eres una kunoichi, es normal que algunos shinobis de otras aldeas te ataquen... - Respondió la mujer que se había hecho presente poco después de que se metiera entre los árboles.
El único problema que la pelirroja veía con esa afirmación era que no había logrado ver que ninguno de los dos tuviese alguna bandana, pero era casi seguro que eran shinobis por como peleaban. - Última vez que me tiro al río a pescar... -
~ ¿Qué hago...? ~ Se preguntó a si misma mientras observaba la lucha que los otros dos shinobis estaban teniendo, ambos usaban ese chakra extraño que previamente había adoptado la forma de un gato, con la sola diferencia de que ahora a los ojos de la de Taki eran masas amorfas.
Mientras la pelirroja pensaba, recordó que momentos antes se habían escuchado una risa proveniente de la zona boscosa que estaba a unos metros de distancia. Con eso se le vino la idea de adentrarse en ese lugar para escapar puesto que tirarse por el acantilado o mismo por la cascada no era muy seguro. ~ Espero que el que se reía se haya ido... ~ Dijo para si misma Ritsuko mientras comenzaba a alejarse de la escena.
El dolor de su brazo no cedía y la herida seguía sangrando, aunque por el color de su gabardina casi ni se percibía la sangre. La chica lo único que podía hacer al respecto era seguir presionando el corte con un agarre firme de su otra mano pero le estaba resultando de lo más molesto tener el brazo en ese estado. ~ Encima perdí el pescado... ~ Se lamentaba la kunoichi.
Justo cuando estaba a punto de llegar al primer árbol, un grito lleno de ira la hizo pararse en seco y voltearse al instante con el temor de que el albino haya vencido y viniese a buscarla.
— ¿¡QUE SABES DE ELLA!? ¿¡DONDE ESTÁ!?—
Para suerte de la pelirroja, el chico estaba hablando con esa mujer de cabellera rubia que parecía estar controlando demasiado bien la situación, por lo que Ritsuko pudo seguir su camino a través de los árboles alejándose lo más que podía de aquellos dos.
- ¿Y a ese qué le pasa...? - Preguntó la kunoichi mientras corría entre los árboles. - Eres una kunoichi, es normal que algunos shinobis de otras aldeas te ataquen... - Respondió la mujer que se había hecho presente poco después de que se metiera entre los árboles.
El único problema que la pelirroja veía con esa afirmación era que no había logrado ver que ninguno de los dos tuviese alguna bandana, pero era casi seguro que eran shinobis por como peleaban. - Última vez que me tiro al río a pescar... -