12/08/2019, 13:48
(Última modificación: 12/08/2019, 13:49 por Amedama Daruu.)
El Señor Feudal seguía con un berrinche increíble, más propio de la rabia infantil de un niño pequeño que de la ira de un poderoso terrateniente. Los guardias parecía. Ignorarlo, como ignoraron también las alegaciones de Yota. Ni siquiera le esposaron. Uno de ellos se limitó a arrastrarle del brazo con suavidad. Salieron de la enfermería y cerraron la puerta. Justo en ese momento llegó Juro.
—No hay ningún atacante —dispuso uno de los guardias—. Daimyo-sama está pasando por un episodio febril y tiene delirios. Por suerte para tu amigo, mañana se le habrá olvidado todo, cuando tome su medicina.
—Bueno, Yama-san —contestó el otro guardia—. Pero mejor que estos chicos no digan nada malo de esa bestia negra. El Señor Feudal lo tiene demasiado mimado. Y... se toma las cosas muy a pecho cuando se trata de él.
—¿Quiénes sois, shinobi? ¿Qué habéis venido a hacer a Tane-Shigai?
—No hay ningún atacante —dispuso uno de los guardias—. Daimyo-sama está pasando por un episodio febril y tiene delirios. Por suerte para tu amigo, mañana se le habrá olvidado todo, cuando tome su medicina.
—Bueno, Yama-san —contestó el otro guardia—. Pero mejor que estos chicos no digan nada malo de esa bestia negra. El Señor Feudal lo tiene demasiado mimado. Y... se toma las cosas muy a pecho cuando se trata de él.
—¿Quiénes sois, shinobi? ¿Qué habéis venido a hacer a Tane-Shigai?