14/08/2019, 20:22
—Pero... no llores... —balbuceó Daruu, entre pucheros—. Porque si lloras... voy a llorar yo y... ¡¡BUAAAAAAAAAAAAA MAMÁAAAAA!!
Y así, los llantos de los dos chiquillos se hicieron eco mutuamente en aquella diminuta isla solitaria. Pero, por supuesto, ninguno de sus padres estaba lo suficiente cerca como para escucharlos. Estaban solos, y sólo contaban con la compañía del otro para apoyarse. Entre renovados gimoteos, Ayame se frotó los ojos y sus hombros se estremecieron con violencia.
—Uh... Uuuhhh... Quiero... quiero volver... ¡Quiero a mi papá! ¡Quiero a mi hermanito! —lloriqueaba sin cesar—. Pero... pero... Estamos... Estamos perdidos... Solos... Y encima... encima... No hay comida ni agua... Tendremos... Tendremos que sobrevivir... a base de cocos... y de pescado...
Y así, los llantos de los dos chiquillos se hicieron eco mutuamente en aquella diminuta isla solitaria. Pero, por supuesto, ninguno de sus padres estaba lo suficiente cerca como para escucharlos. Estaban solos, y sólo contaban con la compañía del otro para apoyarse. Entre renovados gimoteos, Ayame se frotó los ojos y sus hombros se estremecieron con violencia.
—Uh... Uuuhhh... Quiero... quiero volver... ¡Quiero a mi papá! ¡Quiero a mi hermanito! —lloriqueaba sin cesar—. Pero... pero... Estamos... Estamos perdidos... Solos... Y encima... encima... No hay comida ni agua... Tendremos... Tendremos que sobrevivir... a base de cocos... y de pescado...