22/08/2019, 04:21
Ranko tomó la llave, perdiendo lentamente la timidez de su sonrisa.
—Gracias —le dijo por enésima vez.
Cuando le preguntó si quería que la acompañase, o si prefería que la esperase, se llevó un dedo al mentón. Sentía que sería un poco maleducado dejarla sola. Pero también sentía que sería superraro invitar a una chica que recién conocía a su cuarto de hotel.
"¡De posada! Y es sólo para que lo vea y no se quede sola aquí en la recepción. ¡Además! Ya has invitado a una chica a…" Su cabeza se llenó de "lalalá" insistentes, como si no quisiera escucharse a sí misma.
—E-está bien. A-Ayame-san p-puede venir, s-s-si gusta…
Ranko comenzó a andar, con aire de duda, como si fuese a perderse de un piso al otro. Pero logró llegar sin problemas a la segunda planta. El pasillo estaba adornado de manera similar a la recepción, y cada vez se le hacía más y más hogareño. Tal vez era la amabilidad de todos con quien se había topado, tal vez Yachi era un pueblo mágico, ¿Quién sabe?
Las chicas no tardarían en llegar a la puerta asignada con el número 208. La Kusajin tomaría su llave para abrir la puerta y entrar al cuarto.
Era una habitación pequeña, pero acogedora. Había una cama baja, sencilla, con cobertor de un sobrio color verde y detalles naranjas; una mesita al lado y algunos cuadros en las paredes. A pesar de ello, el cuarto estaba en excelentes condiciones y despedía un suave aroma a, Ranko supuso, calabaza.
La de la trenza dio unos pasos, mas no se dispuso a explorar la estancia a fondo.
—Se nota cómoda. —dijo en tono amigable, con una sonrisa.
—Gracias —le dijo por enésima vez.
Cuando le preguntó si quería que la acompañase, o si prefería que la esperase, se llevó un dedo al mentón. Sentía que sería un poco maleducado dejarla sola. Pero también sentía que sería superraro invitar a una chica que recién conocía a su cuarto de hotel.
"¡De posada! Y es sólo para que lo vea y no se quede sola aquí en la recepción. ¡Además! Ya has invitado a una chica a…" Su cabeza se llenó de "lalalá" insistentes, como si no quisiera escucharse a sí misma.
—E-está bien. A-Ayame-san p-puede venir, s-s-si gusta…
Ranko comenzó a andar, con aire de duda, como si fuese a perderse de un piso al otro. Pero logró llegar sin problemas a la segunda planta. El pasillo estaba adornado de manera similar a la recepción, y cada vez se le hacía más y más hogareño. Tal vez era la amabilidad de todos con quien se había topado, tal vez Yachi era un pueblo mágico, ¿Quién sabe?
Las chicas no tardarían en llegar a la puerta asignada con el número 208. La Kusajin tomaría su llave para abrir la puerta y entrar al cuarto.
Era una habitación pequeña, pero acogedora. Había una cama baja, sencilla, con cobertor de un sobrio color verde y detalles naranjas; una mesita al lado y algunos cuadros en las paredes. A pesar de ello, el cuarto estaba en excelentes condiciones y despedía un suave aroma a, Ranko supuso, calabaza.
La de la trenza dio unos pasos, mas no se dispuso a explorar la estancia a fondo.
—Se nota cómoda. —dijo en tono amigable, con una sonrisa.
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