28/08/2019, 00:17
—Una ola gigante nos tragó y despertamos en la arena de la isla —explicó Daruu, algo más certero que Ayame. Ahora que los adultos estaban allí, se sentía mucho más seguro. Otro rayo le hizo brincar y de paso perder toda la confianza que había granjeado pacientemente.
—Tranquilos, tranquilos, la tormenta pasará. Sólo tenemos que esperar pacientemente y tener mucho, mucho cuidado. —Kiroe se llevó la mano a la barbilla. Su cara se iluminó, como si se le hubiera ocurrido una idea genial—. ¡Ya sé, ya sé! ¡Vamos a cantar canciones!
—¿¡Qué!? ¡No! —saltó Daruu, rojo como un tomate.
—Tranquilos, tranquilos, la tormenta pasará. Sólo tenemos que esperar pacientemente y tener mucho, mucho cuidado. —Kiroe se llevó la mano a la barbilla. Su cara se iluminó, como si se le hubiera ocurrido una idea genial—. ¡Ya sé, ya sé! ¡Vamos a cantar canciones!
—¿¡Qué!? ¡No! —saltó Daruu, rojo como un tomate.