28/08/2019, 00:25
—Una ola gigante nos tragó y despertamos en la arena de la isla —completó Daruu, antes de que otro rayo estallara en el cielo e hiciera que los dos chiquillos volvieran a brincar.
En aquellos instantes, pocos podrían decir que ambos eran de un lugar tan tormentoso como era Amegakure.
—Tranquilos, tranquilos, la tormenta pasará. Sólo tenemos que esperar pacientemente y tener mucho, mucho cuidado —Kiroe se llevó la mano a la barbilla y su cara se iluminó de repente.
«Oh, no...» Pensó Zetsuo, temiéndose la idea que debía haber cruzado la alocada cabeza de la Pastelera.
Y, efectivamente...
—¡Ya sé, ya sé! ¡Vamos a cantar canciones!
—¿¡Qué!? ¡No!
—¿Pero qué cojones dices?
Dijeron al unísono, tanto su propio hijo como Zetsuo. Pero Ayame...
—¿Canciones...? —preguntó tímidamente, con voz cargada de la pura inocencia de una niña.
En aquellos instantes, pocos podrían decir que ambos eran de un lugar tan tormentoso como era Amegakure.
—Tranquilos, tranquilos, la tormenta pasará. Sólo tenemos que esperar pacientemente y tener mucho, mucho cuidado —Kiroe se llevó la mano a la barbilla y su cara se iluminó de repente.
«Oh, no...» Pensó Zetsuo, temiéndose la idea que debía haber cruzado la alocada cabeza de la Pastelera.
Y, efectivamente...
—¡Ya sé, ya sé! ¡Vamos a cantar canciones!
—¿¡Qué!? ¡No!
—¿Pero qué cojones dices?
Dijeron al unísono, tanto su propio hijo como Zetsuo. Pero Ayame...
—¿Canciones...? —preguntó tímidamente, con voz cargada de la pura inocencia de una niña.