28/08/2019, 01:45
—Eres mucho más afortunada de lo que piensas...— giró su cabeza cómo un perro curioso. —Yo también he tenido, o al menos tuve una vida muy pacífica. No fue sino hasta que presencié las cosas terribles que hay allá afuera, que he podido dar gracias por la paz que Yondaime-sama nos ha dado a los habitantes de Amegakure.
El genin cerró los ojos entonces, chasqueando la lengua cuando ella le llamó alguien fuerte. Normalmente hubiese presumido, pero si quería ser sincero debía abrir un poco más algunas heridas.
—¿Fuerte? Huh. De tanto que he mordido el polvo me he dado cuenta que soy todo menos alguien fuerte— abrió los ojos y los posó sobre la kunoichi, a la vez que inconscientemente se llevaba el brazo una vez más a las cicatrices. —No le pude poner un dedo encima... Fue justo luego de que te encontré en el valle del fin. No le pude poner un dedo encima... Peleé con todo mi valor, con todo mi orgullo. No le pude poner un dedo encima—. suspiró. —Fui dejado a gritar en soledad... Yo debería estar muerto de no ser por alguien que me rescató, aquel que ahora es mi sensei— Se sacudió la cabeza apartando esos recuerdos de su cabeza. —Y aunque me pregunte si ahora habría diferencia, no sirve de nada que me frustre. Una cosa me quedó clara: yo no voy a cambiar por una sandez. Lo que sí, ayudaré si está a mi alcance. No creo que existan los héroes, sólo tontos a los que la gente cree héroes. Pero si yo puedo traer la misma alegría que yo tuve a las personas de mi aldea, entonces yo seré uno de esos tontos— sonrió confianzudo con brillo intenso en los ojos.
»Cantaré y lucharé.
Tomó la guitarra entre sus manos.
—Je. Se supone que estaba acá de vacaciones y al final siempre termino con el melodrama.