29/08/2019, 13:08
(Última modificación: 29/08/2019, 13:08 por Sasagani Yota.)
Y después llegó la abuela que al parecer ejercía de niñera del Daimyo. También con el alivio en su rostro tras ver el cenutrio del gennin no la había liado y fue el Daimyo quién había sobreactuado llevado por lo que parecían ser delirios o alucinaciones.
Una sonrisa torcida fue lo que les regalé, primero a Juro y luego a la vieja.
—¡Menos mal! —dijo—. Takeshi, Sandogi, ¿todo bien? ¿Ha pasado algo?
—Nada, los achaques de la fiebre. Como siempre.
—Como me imaginaba. Bueno, podéis marcharos. Yo acompañaré a nuestros invitados a sus aposentos
La guardias nos dejaron solos al ver que estaba todo controlado y ahora era aquella señora la que iba a ocuparse de nosotros. A las horas que debían ser, ya quién más quién menos quería pillar una buena cama y aquellos guardias no debían ser una excepción.
Yota-kun, cuidado con Gyou-sama y su perro. Es un animal muy tranquilo normalmente, pero también es cierto que lo tienen bastante consentido. El Señor Feudal no atenderá a razones si se trata de él —se encogió de hombros—. Acompañadme, por favor. Supongo que estaréis deseando cenar algo y descansar.
— No se preocupe, yo tampoco quiero saber nada de ese animal
«Y creer que Kumopansa era una maleducada y que no la traje para evitar problemas con su incontinencia verbal...»
En efecto, el mundo a veces era una paradoja con patas. Poco podría haber hecho la araña para hacer de aquella noche un problema más gordo. Aquel jodido chucho y su dueño pijoteras ya se habían encargado de joder la noche a todos a su alrededor.
En fin, como había dicho la señora, nos acompañó hasta la que iba a ser nuestra suite de lujo. Antes, cruzamos algún que otro pasillo donde pudimos ver trabajadores del palacio, gente destinada al servicio lo más probable y en las paredes, cuadros de personalidades de la yerba. Incluida una imagen de un apuesto y joven Moyashi Kenzou, o eso es lo que parecía. La viva imagen de que los años no pasaban en vano para nadie.
—Y aquí tenéis comida y bebida, sed libres de coger lo que queráis. ¡Que no se diga que en este palacio se trata mal a los ninjas del Señor Feudal!
Finalmente parecía que estaba muy cerca de mi gran deseo aquella noche. Mi jodida habitación y estaba repleta de mesas y mesas con comida y bebida. Como se suele decir, bien está lo que bien acaba.
Os dejo por hoy. Si tenéis alguna pregunta más...
— Muchas gracias por su hospitalidad — dijo Juro, sonriendo —. Espero que descanse bien el resto de la noche.
Pero yo sí que quería preguntar algo.
— En realidad, si vamos a compartir parte de nuestro tiempo estos días, estaría bien conocer su nombre, señora. No sé si mi superior ha hecho los honores, pero por si acaso, yo soy Sasagani Yota y siento de verdad todo el revuelo de esta noche. Le agradezco su hospitalidad
Una sonrisa torcida fue lo que les regalé, primero a Juro y luego a la vieja.
—¡Menos mal! —dijo—. Takeshi, Sandogi, ¿todo bien? ¿Ha pasado algo?
—Nada, los achaques de la fiebre. Como siempre.
—Como me imaginaba. Bueno, podéis marcharos. Yo acompañaré a nuestros invitados a sus aposentos
La guardias nos dejaron solos al ver que estaba todo controlado y ahora era aquella señora la que iba a ocuparse de nosotros. A las horas que debían ser, ya quién más quién menos quería pillar una buena cama y aquellos guardias no debían ser una excepción.
Yota-kun, cuidado con Gyou-sama y su perro. Es un animal muy tranquilo normalmente, pero también es cierto que lo tienen bastante consentido. El Señor Feudal no atenderá a razones si se trata de él —se encogió de hombros—. Acompañadme, por favor. Supongo que estaréis deseando cenar algo y descansar.
— No se preocupe, yo tampoco quiero saber nada de ese animal
«Y creer que Kumopansa era una maleducada y que no la traje para evitar problemas con su incontinencia verbal...»
En efecto, el mundo a veces era una paradoja con patas. Poco podría haber hecho la araña para hacer de aquella noche un problema más gordo. Aquel jodido chucho y su dueño pijoteras ya se habían encargado de joder la noche a todos a su alrededor.
En fin, como había dicho la señora, nos acompañó hasta la que iba a ser nuestra suite de lujo. Antes, cruzamos algún que otro pasillo donde pudimos ver trabajadores del palacio, gente destinada al servicio lo más probable y en las paredes, cuadros de personalidades de la yerba. Incluida una imagen de un apuesto y joven Moyashi Kenzou, o eso es lo que parecía. La viva imagen de que los años no pasaban en vano para nadie.
—Y aquí tenéis comida y bebida, sed libres de coger lo que queráis. ¡Que no se diga que en este palacio se trata mal a los ninjas del Señor Feudal!
Finalmente parecía que estaba muy cerca de mi gran deseo aquella noche. Mi jodida habitación y estaba repleta de mesas y mesas con comida y bebida. Como se suele decir, bien está lo que bien acaba.
Os dejo por hoy. Si tenéis alguna pregunta más...
— Muchas gracias por su hospitalidad — dijo Juro, sonriendo —. Espero que descanse bien el resto de la noche.
Pero yo sí que quería preguntar algo.
— En realidad, si vamos a compartir parte de nuestro tiempo estos días, estaría bien conocer su nombre, señora. No sé si mi superior ha hecho los honores, pero por si acaso, yo soy Sasagani Yota y siento de verdad todo el revuelo de esta noche. Le agradezco su hospitalidad
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa