29/08/2019, 21:22
—¿Andando? ¿Con los críos a cuestas y con este oleaje? —preguntó Kiroe, para alivio de los dos pequeños—. Oye, y digo yo, que igual estoy muy loca, eh, pero... ¿no podrías invocar al águila y que de dos viajes?
—Qué bien se nos da pedir —Zetsuo chasqueó la lengua mientras se reincorporaba, salía al exterior de la cueva y se mordió el dedo pulgar.
El águila volvió a materializarse junto a él en cuanto apoyó la mano en el suelo con una densa nube de humo. El colosal ave aleteó con fuerza, levantando torbellinos de aire a su alrededor que sacudieron las ropas de los presentes.
—¡¡Ramu!! —exclamó Ayame, que lejos de sentirse amedrentada por el amenazador tamaño de aquel águila que, por lo menos, triplicaba su tamaño, corrió a abrazarse a sus patas adornadas con garras como tantos.
—¡Vamos, no hay tiempo para eso! Kiroe, prefiero que los niños sean los primeros en abandonar la isla. Confío en que Ramu los lleve a salvo hasta la costa —argumentó, al tiempo que tomaba a Ayame y la alzaba en vuelo para montarla sobre el lomo del ave—. Después iremos nosotros.
—Qué bien se nos da pedir —Zetsuo chasqueó la lengua mientras se reincorporaba, salía al exterior de la cueva y se mordió el dedo pulgar.
El águila volvió a materializarse junto a él en cuanto apoyó la mano en el suelo con una densa nube de humo. El colosal ave aleteó con fuerza, levantando torbellinos de aire a su alrededor que sacudieron las ropas de los presentes.
—¡¡Ramu!! —exclamó Ayame, que lejos de sentirse amedrentada por el amenazador tamaño de aquel águila que, por lo menos, triplicaba su tamaño, corrió a abrazarse a sus patas adornadas con garras como tantos.
—¡Vamos, no hay tiempo para eso! Kiroe, prefiero que los niños sean los primeros en abandonar la isla. Confío en que Ramu los lleve a salvo hasta la costa —argumentó, al tiempo que tomaba a Ayame y la alzaba en vuelo para montarla sobre el lomo del ave—. Después iremos nosotros.