29/08/2019, 21:30
Malhumorado, Zetsuo accedió a la petición de Kiroe y salió de la cueva. El hombre se llevó la mano a la boca y se mordió el dedo pulgar, haciéndolo sangrar.
«¿¡Pero qué hace!?», pensó Daruu alarmado. Hubo un estallido de humo que le hizo toser. Y luego... y luego...
—¡Ahhh! ¡El pájaro gigante de antes!
Para ser más preciso, se trataba de un águila. Un águila gigantesca. Que Daruu supiera, no había águilas de ese tamaño. Ni tampoco había águilas que apareciesen de la nada. El muchacho se retiró hacia atrás, pegando la espalda a la pared.
—¡¡Ramu!! —exclamó Ayame, que lejos de sentirse amedrentada por el amenazador tamaño de aquel águila que, por lo menos, triplicaba su tamaño, corrió a abrazarse a sus patas adornadas con garras como tantos.
—¡Pero qué haces, Ayame! ¡Que te va a comer!
—¡Vamos, no hay tiempo para eso! Kiroe, prefiero que los niños sean los primeros en abandonar la isla. Confío en que Ramu los lleve a salvo hasta la costa —argumentó, al tiempo que tomaba a Ayame y la alzaba en vuelo para montarla sobre el lomo del ave—. Después iremos nosotros.
—¿¡Qué!? ¡No! Nononononono —exclamó Daruu, completamente aterrorizado.
—¡Daruu! ¡Ramu es una buena amiga!
«¿¡Pero qué hace!?», pensó Daruu alarmado. Hubo un estallido de humo que le hizo toser. Y luego... y luego...
—¡Ahhh! ¡El pájaro gigante de antes!
Para ser más preciso, se trataba de un águila. Un águila gigantesca. Que Daruu supiera, no había águilas de ese tamaño. Ni tampoco había águilas que apareciesen de la nada. El muchacho se retiró hacia atrás, pegando la espalda a la pared.
—¡¡Ramu!! —exclamó Ayame, que lejos de sentirse amedrentada por el amenazador tamaño de aquel águila que, por lo menos, triplicaba su tamaño, corrió a abrazarse a sus patas adornadas con garras como tantos.
—¡Pero qué haces, Ayame! ¡Que te va a comer!
—¡Vamos, no hay tiempo para eso! Kiroe, prefiero que los niños sean los primeros en abandonar la isla. Confío en que Ramu los lleve a salvo hasta la costa —argumentó, al tiempo que tomaba a Ayame y la alzaba en vuelo para montarla sobre el lomo del ave—. Después iremos nosotros.
—¿¡Qué!? ¡No! Nononononono —exclamó Daruu, completamente aterrorizado.
—¡Daruu! ¡Ramu es una buena amiga!