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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#66
¡Pero qué niño tan tierno y adorable! —graznó Ramu. Era difícil saberlo por la rigidez inamovible de su pico pero... ¿estaba sonriendo de forma burlona?—. Quizás un día podría presentarte a mis polluelos en el nido...

Daruu tragó saliva y se pegó aún más a la fría roca del fondo de la covacha. No sólo era de tamaño desproporcionado, sino que podía hablar. El águila. Podía hablar. Se pellizcó la piel para cerciorarse de que todo aquello no era una pesadilla. La idea de quedarse atrapado para siempre en aquella isla desierta, de pronto, no se le antojaba tan mala. Quizás uno se llegaba a acostumbrar al sabor de los cocos. Quizás incluso al pescado, aunque la idea le llenaba de repugnancia.

¡Basta, Ramu! ¡No hay tiempo para tonterías! —bramó Zetsuo. El hombre se acercó a Daruu y le agarró por la camiseta. El muchacho, protestando con pánico, no pudo resistirse por su escasa fuerza y peso. Pataleó hasta que estuvo encima del plumaje del animal. Tragó saliva. Entonces se quedó paralizado. Nada de pataleo. Sólo terror.

Ayame se encargó de agarrarle y colocarle no de cualquier manera encima del ave. Con el primer batido de las alas del bicho, Daruu dio un gritito agudo. Cuando se elevaron hacia el cielo, lentamente, ahogó otro, y cuando empezaron a surcar las nubes a toda velocidad, se había quedado blanco, con un rictus de zombi.

WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Aaaahhaaahaahhhhaaaaahhhaahh... Creo... creo que voy a vomitar...
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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Mensajes en este tema
¿Al fin un poco de calma? - por Aotsuki Ayame - 1/07/2019, 19:01
RE: ¿Al fin un poco de calma? - por Amedama Daruu - 31/08/2019, 02:27


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