31/08/2019, 11:56
(Última modificación: 31/08/2019, 11:58 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—¡Eh! ¡Como se te ocurra mancharme las plumas te daré un buen baño en el mar, polluelo! —chilló Ramu.
—¡Eeek! —Con ese gritito, casi él parecía un polluelo de águila. Daruu dio un bote y estuvo a punto de caerse. Se agarró con las piernas al animal y con los brazos a Ayame. El ave aumentó la velocidad y descendió. Daruu sintió el frío de las olas acariciándole los tobillos. No había un momento mejor para desear estar en casa, tumbado de cualquier manera, leyendo cómo era Sunegi, el Ninja del Viento, el que tenía las aventuras y no él.
Se acercaron a la playa a toda velocidad. Daruu sintió que se desvanecía, pero por todo lo que más valía en el mundo procuró no hacerlo, porque se precipitaría hacia una muerte segura. Las patas del animal tocaron la arena, y el muchacho se apresuró a bajar con la ayuda de Ayame. Inmediatamente, el muchacho se apartó hacia el agua de la costa. Se puso una mano en la boca y sintió que el vómito ya venía.
—No os alejéis de aquí, volveré enseguida con el señor Zetsuo y la señora Kiroe.
Daruu vió a Ramu alejarse de nuevo aleteando, y reprimió las ganas de vomitar cuando se dio cuenta de que el agua lamía de nuevo sus pies. Recordó la ola que les había tragado, y retrocedió rápidamente hasta sentirse seguro.
—Ha sido horrible, ha sido horrible, ha sido horrible —decía, abrazándose a sí mismo. De pronto, Daruu divisó algo a escasos metros de distancia. Casi pasaba desapercibido—. ¿Eh? K... ¡Kori-san! —Se trataba de Aotsuki Kori, el albino y poco hablador hermano de Ayame. Siempre frío, a Daruu no le quedaba más remedio que admitir que literalmente, siempre distante, pero admirable. Corrían rumores sobre él. Era el mejor de su promoción. Pero en ese momento, sinceramente, estaba en un estado... bueno, digamos que Daruu le había visto mejor—. ¡Ayame, tu hermano!
Daruu se acuclilló a su lado. El muchacho estaba quemado hasta los ojos, la piel roja como una lengua de fuego. Hecho un trapo, estaba espatarrado sobre la arena, rodeado por un flotador que también había visto días mejores. El muchacho estuvo tentado de zarandearlo para despertarle, pero se detuvo al pensar que tal vez le haría daño.
—Mira, ya vuelve —anunció Kiroe.
En el horizonte, la sombra de Ramu proyectaba una ominosa sombra sobre ellos. El animal descendió poco a poco hasta volver a aterrizar sobre la arena de la isla. Dejando paso primero a Zetsuo, Kiroe se encaramó al águila y sonrió como una boba, con un entusiasmo similar al de Ayame pero más taimado.
—Eh, Zetsuo, ¿quién crees que de los dos ganaría en una pelea? —canturreó Kiroe mientras remontaban el vuelo—. Mi Daruu le daría una paliza a tu Ayame cuando quieras —susurró al oído del hombre con malicia, cuando ya planeaban sobre el océano.
—¡Eeek! —Con ese gritito, casi él parecía un polluelo de águila. Daruu dio un bote y estuvo a punto de caerse. Se agarró con las piernas al animal y con los brazos a Ayame. El ave aumentó la velocidad y descendió. Daruu sintió el frío de las olas acariciándole los tobillos. No había un momento mejor para desear estar en casa, tumbado de cualquier manera, leyendo cómo era Sunegi, el Ninja del Viento, el que tenía las aventuras y no él.
Se acercaron a la playa a toda velocidad. Daruu sintió que se desvanecía, pero por todo lo que más valía en el mundo procuró no hacerlo, porque se precipitaría hacia una muerte segura. Las patas del animal tocaron la arena, y el muchacho se apresuró a bajar con la ayuda de Ayame. Inmediatamente, el muchacho se apartó hacia el agua de la costa. Se puso una mano en la boca y sintió que el vómito ya venía.
—No os alejéis de aquí, volveré enseguida con el señor Zetsuo y la señora Kiroe.
Daruu vió a Ramu alejarse de nuevo aleteando, y reprimió las ganas de vomitar cuando se dio cuenta de que el agua lamía de nuevo sus pies. Recordó la ola que les había tragado, y retrocedió rápidamente hasta sentirse seguro.
—Ha sido horrible, ha sido horrible, ha sido horrible —decía, abrazándose a sí mismo. De pronto, Daruu divisó algo a escasos metros de distancia. Casi pasaba desapercibido—. ¿Eh? K... ¡Kori-san! —Se trataba de Aotsuki Kori, el albino y poco hablador hermano de Ayame. Siempre frío, a Daruu no le quedaba más remedio que admitir que literalmente, siempre distante, pero admirable. Corrían rumores sobre él. Era el mejor de su promoción. Pero en ese momento, sinceramente, estaba en un estado... bueno, digamos que Daruu le había visto mejor—. ¡Ayame, tu hermano!
Daruu se acuclilló a su lado. El muchacho estaba quemado hasta los ojos, la piel roja como una lengua de fuego. Hecho un trapo, estaba espatarrado sobre la arena, rodeado por un flotador que también había visto días mejores. El muchacho estuvo tentado de zarandearlo para despertarle, pero se detuvo al pensar que tal vez le haría daño.
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—Mira, ya vuelve —anunció Kiroe.
En el horizonte, la sombra de Ramu proyectaba una ominosa sombra sobre ellos. El animal descendió poco a poco hasta volver a aterrizar sobre la arena de la isla. Dejando paso primero a Zetsuo, Kiroe se encaramó al águila y sonrió como una boba, con un entusiasmo similar al de Ayame pero más taimado.
—Eh, Zetsuo, ¿quién crees que de los dos ganaría en una pelea? —canturreó Kiroe mientras remontaban el vuelo—. Mi Daruu le daría una paliza a tu Ayame cuando quieras —susurró al oído del hombre con malicia, cuando ya planeaban sobre el océano.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)