31/08/2019, 18:27
----¿¡Pir quí ni cirris li piti biqui dirinti cinqui minitis!? —se burló Kiroe, empujando a Zetsuo para apartarse de él—. Piérdete, Zetsuo. Ahora que hemos recuperado a los niños, sigamos disfrutando de las vacaciones. Por separado. —La mujer comenzó a nadar hacia la playa, donde un empapado Ramu se dirigía hacia Ayame, Daruu y Kori.
—Son peor que dos pollos. Yo me largo.
Daruu se acarició la nuca con una risilla nerviosa. El ave desapareció dejando tras de sí una nube de humo blanco. Daruu abrió mucho la boca y los ojos. «¿Cómo...?»
—¡Vamos, Daruu! ¡A casa! —dijo Kiroe sonriéndole amablemente, y le revolvió el pelo—. Despídete de Aya... ¡Kori-kun! ¿Qué le ha pasado?
—No sé. Nos lo encontramos así. —Daruu se encogió de hombros.
—Es igual. Venga, vámonos. ¿O no quieres seguir leyendo tu libro?
—S... sí. —Por lo que a él respectaba, Daruu lo que quería era marcharse de una vez a Amegakure. Se dio la vuelta hacia Ayame e inclinó la cabeza tímidamente—. Ha... hasta luego, Ayame-san.
Se cogió de la mano de su madre y se marchó dando incómodos pasos sobre la arena. Daruu y Kiroe subieron el acantilado por la rampa de hierba y se dirigieron hacia la cabaña.
—Mamá... lo siento por daros tantos problemas —dijo Daruu, cabizbajo.
—No ha sido culpa tuya, hijo —contestó Kiroe—. Pero vamos a tener que tener unas palabras con el que nos alquiló la casa esta. "Aguas tranquilas", ¡ja, y una mierda!
—¿Por qué Aotsuki-san y tú os lleváis tan mal?
—¿Yo? ¿Llevarme mal? ¡Es él, que es un amargado, no lo ves!
—Pero luego dices que nuestras familias son amigas desde siempre, ¿no...?
Kiroe se detuvo, se arrodilló frente a Daruu y le agarró del moflete. Daruu se apartó, molesto, chasqueando la lengua.
—Ay, hijo. Algún día comprenderás que las relaciones entre personas no son tan simples como de niño.
Y con aquél enigmático mensaje, madre e hijo entraron en la cabaña, e hicieron todo lo posible para disfrutar de aquellas extrañas vacaciones. Aquella fue la primera mala experiencia de Amedama Daruu en una playa, aunque sin duda habría algunas más. Algunas bastante peores.
—Son peor que dos pollos. Yo me largo.
Daruu se acarició la nuca con una risilla nerviosa. El ave desapareció dejando tras de sí una nube de humo blanco. Daruu abrió mucho la boca y los ojos. «¿Cómo...?»
—¡Vamos, Daruu! ¡A casa! —dijo Kiroe sonriéndole amablemente, y le revolvió el pelo—. Despídete de Aya... ¡Kori-kun! ¿Qué le ha pasado?
—No sé. Nos lo encontramos así. —Daruu se encogió de hombros.
—Es igual. Venga, vámonos. ¿O no quieres seguir leyendo tu libro?
—S... sí. —Por lo que a él respectaba, Daruu lo que quería era marcharse de una vez a Amegakure. Se dio la vuelta hacia Ayame e inclinó la cabeza tímidamente—. Ha... hasta luego, Ayame-san.
Se cogió de la mano de su madre y se marchó dando incómodos pasos sobre la arena. Daruu y Kiroe subieron el acantilado por la rampa de hierba y se dirigieron hacia la cabaña.
—Mamá... lo siento por daros tantos problemas —dijo Daruu, cabizbajo.
—No ha sido culpa tuya, hijo —contestó Kiroe—. Pero vamos a tener que tener unas palabras con el que nos alquiló la casa esta. "Aguas tranquilas", ¡ja, y una mierda!
—¿Por qué Aotsuki-san y tú os lleváis tan mal?
—¿Yo? ¿Llevarme mal? ¡Es él, que es un amargado, no lo ves!
—Pero luego dices que nuestras familias son amigas desde siempre, ¿no...?
Kiroe se detuvo, se arrodilló frente a Daruu y le agarró del moflete. Daruu se apartó, molesto, chasqueando la lengua.
—Ay, hijo. Algún día comprenderás que las relaciones entre personas no son tan simples como de niño.
Y con aquél enigmático mensaje, madre e hijo entraron en la cabaña, e hicieron todo lo posible para disfrutar de aquellas extrañas vacaciones. Aquella fue la primera mala experiencia de Amedama Daruu en una playa, aunque sin duda habría algunas más. Algunas bastante peores.