3/09/2019, 10:58
—Acepto y agradezco tus humildes disculpas, Yota-san —«Aunque lleguen con retraso, todo sea dicho»—. Mi nombre es Hiroto Yamauchi. Me consta que soy el primer... objetivo de vuestra misión. Le he dado detalles a Juro-san. Que él te cuente todo. —Yamauchi se dio la vuelta y antes de cerrar la puerta, añadió—: Buenas noches. Mañana podéis daros una vuelta por palacio, si queréis. Informaré a los guardias de que sois nuestros invitados. Pero por favor, preparáos para el combate de pasado mañana.
No hizo falta que contestase nada. De hecho, a veces callarse y dejar las cosas por sentadas era lo mejor. Así que eso hice, simplemente asintiendo con la cabeza. De esa forma Yamauchi abandonó aquella especie de suite de lujo para que ambos nos acomodasemos.
— Tío, me muero de hambre. ¿Por qué no comemos algo y te voy explicando?
Al parecer el jounin ya había recuperado el buen rollete y el amiguismo, utilizando un lenguaje y una actitud coloquial.
— Bueno, — empezó a relatar Juro —, como habrás imaginado, esa anciana llamada Yamauchi es importante. Muy importante. No es por echarme flores, pero la habríamos cagado mucho si no te hubieras disculpado. Este lugar es muy serio, Yota, y no podemos permitirnos ni un desliz. Ya ves la que casi liamos. Tenerla como aliada es jodidamente necesario. No solo es la jefa de los mayordomos del palacio, sino una de las sirvientas más fieles del Señor Feudal. Ese hombre confía en ella más que en nadie, y es la que lleva los cotilleos de todo el palacio.
El Juro responsable volvió para volver a decirnos que de no haber pedido disculpas en el momento adecuado las cosas no habrían salido bien. Pues vale.
El tipo tomó un ramen instantáneo de aquella nevera y luego iría yo a ver qué podía llevarme a mi exigente estómago. No me costó mucho. Se me hacía la boca agua solo de verlo: macarrones carbonara. Se notaba que eran caseros. Se podía apreciar con los trocitos pequeños de cebolla desperdigados y con el hecho de que el bacon estaba cortado de tal manera que cada uno era distinto. Cerré la nevera y me calenté un plato en el microondas aquel que había al lado, que sirviese de algo la tecnología de Amegakure.
— Lo que te decía. Dentro de dos días, será el cumpleaños del Señor Feudal. Como ya sabes, tenemos que organizar una exhibición — explicó Juro —. Yamauchi-san me ha dicho que van a preparar un dojo interior para que podamos hacer el combate. Tendremos que luchar entre nosotros ahí.
¡Tic! la señal sonó para decirme que los macarrones estaban listos para ser devorados.
— ¿Y qué es lo que quieres preparar?
Recogí mi plato, tomé unos palillos de una de las mesas y me senté, llevándome los primeros trozos de pasta a la boca, provocando la explosión de placer que solo los macarrones a la carbonara saben hacer.
— Pensaba que solo teníamos que pegarnos un rato
No hizo falta que contestase nada. De hecho, a veces callarse y dejar las cosas por sentadas era lo mejor. Así que eso hice, simplemente asintiendo con la cabeza. De esa forma Yamauchi abandonó aquella especie de suite de lujo para que ambos nos acomodasemos.
— Tío, me muero de hambre. ¿Por qué no comemos algo y te voy explicando?
Al parecer el jounin ya había recuperado el buen rollete y el amiguismo, utilizando un lenguaje y una actitud coloquial.
— Bueno, — empezó a relatar Juro —, como habrás imaginado, esa anciana llamada Yamauchi es importante. Muy importante. No es por echarme flores, pero la habríamos cagado mucho si no te hubieras disculpado. Este lugar es muy serio, Yota, y no podemos permitirnos ni un desliz. Ya ves la que casi liamos. Tenerla como aliada es jodidamente necesario. No solo es la jefa de los mayordomos del palacio, sino una de las sirvientas más fieles del Señor Feudal. Ese hombre confía en ella más que en nadie, y es la que lleva los cotilleos de todo el palacio.
El Juro responsable volvió para volver a decirnos que de no haber pedido disculpas en el momento adecuado las cosas no habrían salido bien. Pues vale.
El tipo tomó un ramen instantáneo de aquella nevera y luego iría yo a ver qué podía llevarme a mi exigente estómago. No me costó mucho. Se me hacía la boca agua solo de verlo: macarrones carbonara. Se notaba que eran caseros. Se podía apreciar con los trocitos pequeños de cebolla desperdigados y con el hecho de que el bacon estaba cortado de tal manera que cada uno era distinto. Cerré la nevera y me calenté un plato en el microondas aquel que había al lado, que sirviese de algo la tecnología de Amegakure.
— Lo que te decía. Dentro de dos días, será el cumpleaños del Señor Feudal. Como ya sabes, tenemos que organizar una exhibición — explicó Juro —. Yamauchi-san me ha dicho que van a preparar un dojo interior para que podamos hacer el combate. Tendremos que luchar entre nosotros ahí.
¡Tic! la señal sonó para decirme que los macarrones estaban listos para ser devorados.
— ¿Y qué es lo que quieres preparar?
Recogí mi plato, tomé unos palillos de una de las mesas y me senté, llevándome los primeros trozos de pasta a la boca, provocando la explosión de placer que solo los macarrones a la carbonara saben hacer.
— Pensaba que solo teníamos que pegarnos un rato
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa