6/09/2019, 03:06
Así pues, Kaido el Tiburón continuó su aventura por las profundidades de océano, siguiendo el rastro de Scylo al mejor ritmo que podía. Demás está decir que vivir veinticuatro horas allí abajo no era nada parecido a habitar la superficie, y tras tanto tiempo sumergido, era normal que su energía se viera ligeramente mermada más allá de que la bendición del mar potenciara su físico exponencialmente.
El gyojin aprovechó el viaje hacia el territorio de las orcas para conocer y admirar el lecho marino, y sus distintas hábitats. Que todo era hermoso incluso para los ojos de una bestia era decir poco. Kaido estuvo encantado, y casi ni habló, embelesado, durante toda la trayectoria. Fue el frío intenso de las oscuras profundidades lo que acabo sacándole tiempo después de su ensimismamiento.
—¿No que íbamos al Cabo del tigre? —preguntó—. ajá, todo muy lindo, Scylio-san, ¿pero y luego qué? ¿nos escabullimos en su territorio al ras del fondo marino exáctamente para qué, si queremos laurearlas hasta nuestra trampa?
El gyojin aprovechó el viaje hacia el territorio de las orcas para conocer y admirar el lecho marino, y sus distintas hábitats. Que todo era hermoso incluso para los ojos de una bestia era decir poco. Kaido estuvo encantado, y casi ni habló, embelesado, durante toda la trayectoria. Fue el frío intenso de las oscuras profundidades lo que acabo sacándole tiempo después de su ensimismamiento.
—¿No que íbamos al Cabo del tigre? —preguntó—. ajá, todo muy lindo, Scylio-san, ¿pero y luego qué? ¿nos escabullimos en su territorio al ras del fondo marino exáctamente para qué, si queremos laurearlas hasta nuestra trampa?