8/09/2019, 12:43
Para sorpresa de Ayame, fue como si Ranko hubiese sufrido una repentina transformación al oír sus palabras. Todo rastro de inseguridad y timidez fueron reemplazados por una brillante determinación. De hecho, en cuanto escuchó los pasos que se acercaban a ellas, fue la kunoichi de Kusagakure la primera en entrar en acción: se movió presta y acorraló al recién llegado contra la pared, con un brillante filo contra el cuello.
—¡No, por favor, no! ¡Piedad! —gritó el aterrorizado posadero.
—¡Espera, Ranko-san! —susurró Ayame, sujetando a la de Kusagakure por el antebrazo. El pobre hombre había perdido su perfecto peinado, e incluso lucía un feo moratón en la mejilla—. ¿Qué ha ocurrido?
—O... o... ocurrió poco después de que llegárais... —balbuceaba, aterrorizado—. T... tres hombres y una m... mujer... Me... me obligaron a darles todo el contenido de la caja fuerte pero... pero... No se dieron por satisfechos... Cerraron las puertas y las ventanas... Nos tienen como rehenes... Yo... yo... Iba a ir a buscaros... ¡Vosotras sois kunoichi! ¿Verdad? ¡Ayudadnos por favor!
—Por supuesto —asintió Ayame, sombría. Entonces se volvió hacia Ranko—. Ranko-san, ¿qué vas a hacer tú?
Pocas opciones había, estando encerradas en aquella posada, pero quizás prefería quedarse mirando en la retaguardia.
—¡No, por favor, no! ¡Piedad! —gritó el aterrorizado posadero.
—¡Espera, Ranko-san! —susurró Ayame, sujetando a la de Kusagakure por el antebrazo. El pobre hombre había perdido su perfecto peinado, e incluso lucía un feo moratón en la mejilla—. ¿Qué ha ocurrido?
—O... o... ocurrió poco después de que llegárais... —balbuceaba, aterrorizado—. T... tres hombres y una m... mujer... Me... me obligaron a darles todo el contenido de la caja fuerte pero... pero... No se dieron por satisfechos... Cerraron las puertas y las ventanas... Nos tienen como rehenes... Yo... yo... Iba a ir a buscaros... ¡Vosotras sois kunoichi! ¿Verdad? ¡Ayudadnos por favor!
—Por supuesto —asintió Ayame, sombría. Entonces se volvió hacia Ranko—. Ranko-san, ¿qué vas a hacer tú?
Pocas opciones había, estando encerradas en aquella posada, pero quizás prefería quedarse mirando en la retaguardia.