9/09/2019, 03:42
La mujer aspiró, con aire ofendido. El hombre parpadeó varias veces. Ambos entendieron lo que el chico quería decir, de cierta manera, y ambos lo tomaron a mal. Los pobres solamente querían forzar una compra, y fueron al parecer insultados por aquellas palabras raras, así como por la actitud del moreno.
—Qué insolente. ¡Sólo dije que me parece! Sólo intenté ayudar ¡Y me amenazas! ¡Qué mala educación el ponerte tan agresivo sin razón, muchacho! —El hombre, que fácilmente doblaba en edad al Amejin, le dedicó una mirada de mala gana y se regresó a su local.
—¡Por primera vez estoy de acuerdo! —La mujer bufó, con las manos en la ancha cintura —. ¡Uno no debe de tratar con ese tono a quien sólo quiere refrescarle el camino! ¡Jum! Vamos, niña, a por tu té. —le dijo a Ranko, mientras regresaba a su respectivo local. Se escuchó un “¿qué?” desde el local del hombre.
La Kusajin, sin embargo, no se movió. Se quedó en el mismo lugar, viendo primero al chico y luego a los locales, y luego al chico otra vez. No entendía muchas palabras, y su acento era un tanto extraño. Una idea surcó su cabeza. Una idea peliazul con un rayo amarillo y blanco.
”¡Oh, sí! ¡Tal vez es el idioma extraño que Rōga-san habla! Veamos… Sólo tengo que recordar algunas palabras, ¿no? Aunque no recuerdo bien cómo dijo él…”
—A-ahm… yo… eh… wa… watto za hekku —Hizo una reverencia, muy nerviosa, hacia el chico. Ojalá King Rōga le hubiese dicho qué significaban. O al menos hubiese sabido cómo pronunciarlas correctamente —. Da… Daaringu.
Se irguió de nuevo, con el rostro totalmente rojo. Algo en su nuca le decía que estaba metiendo la pata. Intentó arreglarlo, aunque sus brazos dejaron de responder, y ahora temblaban a sus costados.
—L-l-lo siento… Y-yo pens… pensé que… No. Y-yo… No lo conozco. N-no vendo. No vendo nada —Aunque la primera vez el tipo le había señalado y gritado, ahora se notaba más hastiado consigo mismo que enojado con Ranko, así que le entró a la chica un pequeño aire de empatía. ¿Qué no conozco a otra persona que también está buscando a alguien? ¿Qué no le ayudaría yo a encontrarla? ¿Por qué no…?” —. ¡P-pero si puede quiero…! D-digo, si quiere, puedo a… puedo ayudarle a buscar.
Le dedicó una reverencia más, esta vez no tan exagerada como antes, una más honesta que buscaba entablar una alianza temporal. Faltaba que no fuese un gesto molesto para el joven.
—Qué insolente. ¡Sólo dije que me parece! Sólo intenté ayudar ¡Y me amenazas! ¡Qué mala educación el ponerte tan agresivo sin razón, muchacho! —El hombre, que fácilmente doblaba en edad al Amejin, le dedicó una mirada de mala gana y se regresó a su local.
—¡Por primera vez estoy de acuerdo! —La mujer bufó, con las manos en la ancha cintura —. ¡Uno no debe de tratar con ese tono a quien sólo quiere refrescarle el camino! ¡Jum! Vamos, niña, a por tu té. —le dijo a Ranko, mientras regresaba a su respectivo local. Se escuchó un “¿qué?” desde el local del hombre.
La Kusajin, sin embargo, no se movió. Se quedó en el mismo lugar, viendo primero al chico y luego a los locales, y luego al chico otra vez. No entendía muchas palabras, y su acento era un tanto extraño. Una idea surcó su cabeza. Una idea peliazul con un rayo amarillo y blanco.
”¡Oh, sí! ¡Tal vez es el idioma extraño que Rōga-san habla! Veamos… Sólo tengo que recordar algunas palabras, ¿no? Aunque no recuerdo bien cómo dijo él…”
—A-ahm… yo… eh… wa… watto za hekku —Hizo una reverencia, muy nerviosa, hacia el chico. Ojalá King Rōga le hubiese dicho qué significaban. O al menos hubiese sabido cómo pronunciarlas correctamente —. Da… Daaringu.
Se irguió de nuevo, con el rostro totalmente rojo. Algo en su nuca le decía que estaba metiendo la pata. Intentó arreglarlo, aunque sus brazos dejaron de responder, y ahora temblaban a sus costados.
—L-l-lo siento… Y-yo pens… pensé que… No. Y-yo… No lo conozco. N-no vendo. No vendo nada —Aunque la primera vez el tipo le había señalado y gritado, ahora se notaba más hastiado consigo mismo que enojado con Ranko, así que le entró a la chica un pequeño aire de empatía. ¿Qué no conozco a otra persona que también está buscando a alguien? ¿Qué no le ayudaría yo a encontrarla? ¿Por qué no…?” —. ¡P-pero si puede quiero…! D-digo, si quiere, puedo a… puedo ayudarle a buscar.
Le dedicó una reverencia más, esta vez no tan exagerada como antes, una más honesta que buscaba entablar una alianza temporal. Faltaba que no fuese un gesto molesto para el joven.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)