10/09/2019, 15:38
Resultaba irónico que en una ciudad con tan frecuentes lluvias hubiese una sequía de clientes; pero así era: resultaba una mala temporada para quienes se dedicaban a elaborar y vender ilusiones. Aun así, la diosa de la lluvia no abandonaba del todo a sus hijos.
—¡Pero que chubasco tan repentino, el viento es una locura! —exclamo una voz femenina con un acento extranjero.
Un pequeño grupo de jóvenes empapados ingresaron en el local para refugiarse de una tormenta que les había tomado por sorpresa. Era fácil ver, por su aspecto y forma de hablar, que era unos turistas, de aquellos que llevan buen dinero encima.
—Mira allá, parece que es una adivina —señalo una de las muchachas, emocionada y seducida por el ambiente oscuro y exótico de la localidad.
—Espera… —la silencio uno de sus acompañantes—. No tenemos tiempo de estar gastando nuestro dinero en místicos de callejón. Recuerda: vinimos a ver El velo de Amanozako.
—Es cierto; ¡pero miren! —agrego una chica algo más joven—. Tienen a un ninja guardándoles, ¿Por qué tendrían uno si no fuesen los de Amanozako que necesitan protección?
Una voz de duda recorría aquel grupo de seis viajeros. Y era que el pez estaba cerca del anzuelo, pero estaba dudoso sobre tomar la carnada.
—¡Pero que chubasco tan repentino, el viento es una locura! —exclamo una voz femenina con un acento extranjero.
Un pequeño grupo de jóvenes empapados ingresaron en el local para refugiarse de una tormenta que les había tomado por sorpresa. Era fácil ver, por su aspecto y forma de hablar, que era unos turistas, de aquellos que llevan buen dinero encima.
—Mira allá, parece que es una adivina —señalo una de las muchachas, emocionada y seducida por el ambiente oscuro y exótico de la localidad.
—Espera… —la silencio uno de sus acompañantes—. No tenemos tiempo de estar gastando nuestro dinero en místicos de callejón. Recuerda: vinimos a ver El velo de Amanozako.
—Es cierto; ¡pero miren! —agrego una chica algo más joven—. Tienen a un ninja guardándoles, ¿Por qué tendrían uno si no fuesen los de Amanozako que necesitan protección?
Una voz de duda recorría aquel grupo de seis viajeros. Y era que el pez estaba cerca del anzuelo, pero estaba dudoso sobre tomar la carnada.