11/09/2019, 01:44
Así pues, a contracorriente, el gran Tiburón se enfrascó en una carrera con la muerte. Nadó, nadó, y nadó con la fuerza de mil Dioses, los primeros metros en línea recta y luego a un ritmo zigzageante que perturbara un poco el recorrido de las orcas que, a pesar de no haber arrancado a perseguirlo el mismo instante en el que emprendió la huida, ya se acercaban a él a un ritmo alarmante. Y con alarmante, me refiero a que si se dejaba alcanzar, Kaido iba a acabar siendo masticado por una jodida orca e iba a ser olvidado como un simple y mísero tentempié. ¿Os lo imagináis? ¿el gran Umikiba, Umi no Shisoku, siendo recordado en las futuras épocas del mar como aquél humano que sirvió de mondadientes para un par de ballenas mafiosas?
«¡Ni de coña!»
Las piernas, con las venas a punto de estallar; azotaron el agua como si no existiera mañana y trató de apresurar su ritmo. Trataba de realizar giros continuos y cambios drásticos en la marea aprovechando su pequeño tamaño en comparación con las orcas, para que no le pillaran tan rápido.
Si aquello no funcionaba, y preveía que no iba a llegar a la Pradera Púrpura antes de que le hincaran el diente... ya tenía un plan en mente.
«¡Ni de coña!»
Las piernas, con las venas a punto de estallar; azotaron el agua como si no existiera mañana y trató de apresurar su ritmo. Trataba de realizar giros continuos y cambios drásticos en la marea aprovechando su pequeño tamaño en comparación con las orcas, para que no le pillaran tan rápido.
Si aquello no funcionaba, y preveía que no iba a llegar a la Pradera Púrpura antes de que le hincaran el diente... ya tenía un plan en mente.
1 AO
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