12/09/2019, 00:47
«Me gustaría que me dijera mi suerte... es obvio mina, va a ser horrible, te van a cagar unos cuantos mangos para decirte un par de boludeces»
Karamaru empezaba ya a contener la risa mientras habría su primer paquete de unos bollos que aún estaban calentitos. Trataba de mantenerse un poco en su rol de guardia de seguridad pero ya estaba mucho más distendido. Su tía, por otro lado, se tomaba las cosas con gran seriedad. O eso aparentaba.
Ordenó algunas cosas que parecían joyas y talismanes en la mesa, solo para dar la impresión de que estaba con mucho movimiento de clientes, y con el mismo silencio pidió la mano de la joven.
— Noto.... uf, jovencita, noto muchas cosas. Tu alma es realmente muy comunicativa, es bastante raro encontrar almas que se abran tanto a nosotros cuerpos mortales. Un futuro incierto, claro está, porque alguien de estas características tiene un gran poder para cambiar las cosas a su favor. Porque el destino nos regula, sí, pero depende de nosotros sacarle provecho.
La anciana hizo una pausa larga y Karamaru se acomodó en su silla haciendo un ruido exagerado para que todos desvíen la mirada y recuerden que seguía presente. Solamente para divertirse de los tontos.
— Está en ti misma sacarle provecho a ese destino, para bien... o para mal. Pero si te puedo asegurar, que con esa personalidad tan vivaz, te puedes sentir dichosa de poseer siquiera el poder de dirigir las cosas para donde tú quieras. Y eso mi niña, es la mayor de las suertes.
Otra vez el silencio. La vieja quedó agarrando la mano de la muchacha, clavándole sus ojos verde claro en la mirada, para ver si el negocio continuaba, para ella no acababa más que de empezar porque mientras más durara y más tiempo pasara más dinero cobraría. Después de todo, quién se animaría a no pagar cuando hay un shinobi de Amegakure de habilidades desconocidas presente.
Karamaru empezaba ya a contener la risa mientras habría su primer paquete de unos bollos que aún estaban calentitos. Trataba de mantenerse un poco en su rol de guardia de seguridad pero ya estaba mucho más distendido. Su tía, por otro lado, se tomaba las cosas con gran seriedad. O eso aparentaba.
Ordenó algunas cosas que parecían joyas y talismanes en la mesa, solo para dar la impresión de que estaba con mucho movimiento de clientes, y con el mismo silencio pidió la mano de la joven.
— Noto.... uf, jovencita, noto muchas cosas. Tu alma es realmente muy comunicativa, es bastante raro encontrar almas que se abran tanto a nosotros cuerpos mortales. Un futuro incierto, claro está, porque alguien de estas características tiene un gran poder para cambiar las cosas a su favor. Porque el destino nos regula, sí, pero depende de nosotros sacarle provecho.
La anciana hizo una pausa larga y Karamaru se acomodó en su silla haciendo un ruido exagerado para que todos desvíen la mirada y recuerden que seguía presente. Solamente para divertirse de los tontos.
— Está en ti misma sacarle provecho a ese destino, para bien... o para mal. Pero si te puedo asegurar, que con esa personalidad tan vivaz, te puedes sentir dichosa de poseer siquiera el poder de dirigir las cosas para donde tú quieras. Y eso mi niña, es la mayor de las suertes.
Otra vez el silencio. La vieja quedó agarrando la mano de la muchacha, clavándole sus ojos verde claro en la mirada, para ver si el negocio continuaba, para ella no acababa más que de empezar porque mientras más durara y más tiempo pasara más dinero cobraría. Después de todo, quién se animaría a no pagar cuando hay un shinobi de Amegakure de habilidades desconocidas presente.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘