15/09/2019, 12:16
Tras desayunar y prepararse, los jóvenes ninjas salieron a pasear, familiarizarse y explorar el palacio del Señor Feudal. Si el trato de la Guardia alguna vez fue frío, nada que ver con lo que lo era ahora: inclinaban la cabeza a su paso, y les dejaban acceder a casi todos los lugares con una amplia sonrisa y unos buenos días. El domo que era Palacio les resultó algo confuso de navegar. Habían varios pisos, todos con forma de anillo alrededor de la estructura. Las habitaciones, que en un edificio de aquellas características solían estar en la parte externa, se introducían hacia dentro, hacia el núcleo. Hubo, obviamente, algunos lugares donde no pudieron acceder. En primer lugar, lo que suponían que eran las mazmorras, hacia el sótano. En segundo lugar, la sala del trono y de audiencias, oculta tras un portón gigantesco de madera ribeteada en oro.
Quizás a Yota le convenía, o más bien, deseara no hacerlo. Pues entonces la paz le duraría bien poco. Unas horas más tarde, cuando los muchachos se maravillaban con las vistas desde una de las terrazas de entrenamiento de la Guardia, sintieron una voz amable y familiar que les llamaba desde la espalda. Al darse la vuelta, vieron a Yamauchi acompañada de dos soldados del Daimyo.
—Juro-san. Yota-san —anunció—. Gyou-dono requiere de vuestra presencia. —Inconscientemente, Yamauchi volteó la mirada hacia Yota, preocupada.
Afortunadamente, tal y como le habían asegurado, el viejo Moryokan Gyou no recordaba en absoluto nada de lo que había pasado el día anterior. Por desgracia para Yota, quien sí parecía acordarse era Yomi, el enorme perro del Señor Feudal, que permanecía sentado al lado del trono con aspecto afable hasta que pareció percatarse de la presencia del genin y le dedicó una mirada asesina acompañada de un audible gruñido. Los soldados a ambos lados del trono, rostro pétreo, se apartaron un discreto paso de él.
—¡Aquí están! ¡Mis Héroes! ¡Mis Campeones! ¡Mis ninjas de Kusagakure! —anunció el viejo grandiosamente—. Ay, qué dos ninjas más bien aveníos, sí señor! —El hombre detuvo un instante la mirada sobre Yota—. Joven, ¿nos conocemos de algo?
—¡Oh, Gyou-sama! ¡Tienes usted la agenda muy apretada! —intervino Yamauchi con apremio, al rescate—. ¿No será mejor que vaya al grano, eminencia?
—Por... supuesto. ¡Claro que sí, leñe! —El hombre golpeó los reposabrazos del trono. Se hizo daño—. Ay, ay. Bueno, a ver. Que quiero hostias. Sangre. ¡Pasión! ¡Nada de combates prefabricaos! Hay que darle un buen espectáculo a tol asunto este.
»Aunque me preocupa que el jounin le pegue una paliza al genin. Nos podrían haber mandao a una pareja algo más... equilibrada. —Sonrió.
Yamauchi miró preocupada a Yota y alternativamente a su Señor.
Quizás a Yota le convenía, o más bien, deseara no hacerlo. Pues entonces la paz le duraría bien poco. Unas horas más tarde, cuando los muchachos se maravillaban con las vistas desde una de las terrazas de entrenamiento de la Guardia, sintieron una voz amable y familiar que les llamaba desde la espalda. Al darse la vuelta, vieron a Yamauchi acompañada de dos soldados del Daimyo.
—Juro-san. Yota-san —anunció—. Gyou-dono requiere de vuestra presencia. —Inconscientemente, Yamauchi volteó la mirada hacia Yota, preocupada.
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Afortunadamente, tal y como le habían asegurado, el viejo Moryokan Gyou no recordaba en absoluto nada de lo que había pasado el día anterior. Por desgracia para Yota, quien sí parecía acordarse era Yomi, el enorme perro del Señor Feudal, que permanecía sentado al lado del trono con aspecto afable hasta que pareció percatarse de la presencia del genin y le dedicó una mirada asesina acompañada de un audible gruñido. Los soldados a ambos lados del trono, rostro pétreo, se apartaron un discreto paso de él.
—¡Aquí están! ¡Mis Héroes! ¡Mis Campeones! ¡Mis ninjas de Kusagakure! —anunció el viejo grandiosamente—. Ay, qué dos ninjas más bien aveníos, sí señor! —El hombre detuvo un instante la mirada sobre Yota—. Joven, ¿nos conocemos de algo?
—¡Oh, Gyou-sama! ¡Tienes usted la agenda muy apretada! —intervino Yamauchi con apremio, al rescate—. ¿No será mejor que vaya al grano, eminencia?
—Por... supuesto. ¡Claro que sí, leñe! —El hombre golpeó los reposabrazos del trono. Se hizo daño—. Ay, ay. Bueno, a ver. Que quiero hostias. Sangre. ¡Pasión! ¡Nada de combates prefabricaos! Hay que darle un buen espectáculo a tol asunto este.
»Aunque me preocupa que el jounin le pegue una paliza al genin. Nos podrían haber mandao a una pareja algo más... equilibrada. —Sonrió.
Yamauchi miró preocupada a Yota y alternativamente a su Señor.
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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