20/09/2019, 14:41
El posadero y la mujer intercambiaron una mirada divertida.
—Clarro, shiko, clarro. —Daigo pudo darse cuenta que la mujer no terminaba de enfocar la mirada en él, como si le costase distinguirle. Sus ojos estaban enrojecidos y tenía varias pero finas cicatrices cruzándole el rostro—. Mirra, mirra. —Levantó un brazo y señaló en una dirección—. Ahorra cuando shalgas por la puerrta, verrásh… ¡hip! —hipó, de forma aguda y cómica—, una duna muuu’ muuu’ grande. ¡Hip! No tiene… ¡hip! No tiene pérdida. Puesh porr ahí todo recto. ¡Todo recto por ahí! —gritó, haciendo grandes señas con una mano hacia una dirección por si a Daigo no le quedaba claro—. Pasarásh cinco dunash másh… ¡Cinco dunash másh! —La mujer le enseñó la palma de la mano con los cinco dedos levantados. Aquel paso era muy importante y quería asegurarse de que Daigo lo entendía bien—. Y ahí girrash a la deresha. ¡Todo recto y llegarásh a tu deshtino! ¡No tiene pérdida!
Dos. Cuatro. Seis. Hasta ocho segundos aguantó la mujer antes de soltar una pedorreta y empezar a reír a carcajada suelta mientras golpeaba la barra con fuerza. El posadero, quien no pudo disimular una sonrisa, miró a Daigo.
—¿Por qué no te tomas algo, chico? Nos llevará un tiempo darte las indicaciones adecuadas, y es importante ir bien hidratado para un viaje así —dijo, sagaz. No iba a desaprovechar a una de las pocas almas que pasaba por su posada.
—Clarro, shiko, clarro. —Daigo pudo darse cuenta que la mujer no terminaba de enfocar la mirada en él, como si le costase distinguirle. Sus ojos estaban enrojecidos y tenía varias pero finas cicatrices cruzándole el rostro—. Mirra, mirra. —Levantó un brazo y señaló en una dirección—. Ahorra cuando shalgas por la puerrta, verrásh… ¡hip! —hipó, de forma aguda y cómica—, una duna muuu’ muuu’ grande. ¡Hip! No tiene… ¡hip! No tiene pérdida. Puesh porr ahí todo recto. ¡Todo recto por ahí! —gritó, haciendo grandes señas con una mano hacia una dirección por si a Daigo no le quedaba claro—. Pasarásh cinco dunash másh… ¡Cinco dunash másh! —La mujer le enseñó la palma de la mano con los cinco dedos levantados. Aquel paso era muy importante y quería asegurarse de que Daigo lo entendía bien—. Y ahí girrash a la deresha. ¡Todo recto y llegarásh a tu deshtino! ¡No tiene pérdida!
Dos. Cuatro. Seis. Hasta ocho segundos aguantó la mujer antes de soltar una pedorreta y empezar a reír a carcajada suelta mientras golpeaba la barra con fuerza. El posadero, quien no pudo disimular una sonrisa, miró a Daigo.
—¿Por qué no te tomas algo, chico? Nos llevará un tiempo darte las indicaciones adecuadas, y es importante ir bien hidratado para un viaje así —dijo, sagaz. No iba a desaprovechar a una de las pocas almas que pasaba por su posada.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado