24/09/2019, 01:30
(Última modificación: 25/09/2019, 15:40 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Aquel día había sido, medianamente plácido. Minamoto, estuvo toda la mañana diciendo que algo malo estaba por ocurrir en algún lugar debido al cese de la lluvia de la madrugada. Shishio, por su lado, le reprendió por su actitud infantil ante tal fenómeno siendo que supuestamente era un hombre de ciencia, erudito cómo pocos en el campo de la tecnología dentro de Amegakure. Iroha, veía el mundo arder y sonreía mientras bebía de su café. El más escéptico de los presentes, obviamente era Rōga. "La puta madre, aquí van de nuevo." Rodó los ojos y se apresuró a comer, levantándose de la mesa sin quiera dar el provecho a los demás.
—¿A dónde se supone que vas?— Se giró la mujer mientras los dos varones del hogar seguían discutiendo.
—Muy buena pregunta, lo descubriré cuando llegue— Fue lo único que respondió.
La mujer sonrió y se encogió de hombros, metiéndose un pan dulce a la boca mientras la discusión continuaba.
Por su lado, el joven Yotsuki se dirigió a su cuarto para tomar a la que era su nueva compañera de viaje: Otome, mientras observaba en la esquina a la otrora guitarra acústica que yacía en un pedestal. "Oye, lo nuestro fue bonito, no te pongas celosa, ¿sí? Fuiste la primera en mi vida, pero ahora tengo un nuevo sendero que seguir." Le habló simbólicamente mientras acariciaba los trastes. "No te voy a olvidar, linda." Le tiró un beso mientras se echaba la carga al hombro y bajaba las gradas para salir por la puerta trasera que daba al callejón. "¿A dónde vas a llevarme hoy, Amenokami?" Se dijo mientras empezaba a vagar sin rumbo alguno.
Mientras sus andanzas continuaban en las calles, cantaba en voz baja una balada, irónica y poco apreciable en un sitio cómo aquel, dónde el sol era prácticamente una maldición, quizás sus palabras podrían considerarse un pecado.
...Creímos que atraparíamos el arcoíris
Montando el viento rumbo al sol
Y navegar en barcos de maravilla
Pero la vida no es una rueda
Con cadenas hechas de acero
Entonces, bendíceme...
Montando el viento rumbo al sol
Y navegar en barcos de maravilla
Pero la vida no es una rueda
Con cadenas hechas de acero
Entonces, bendíceme...
Al ser temprano, algunos aún se alistaban para empezar sus rutinas diarias y no había mucho movimiento salvo por algún esporádico transeúnte que hubiese madrugado para laborar. Sin embargo, su apacible caminata se vio interrumpida cuando creyó escuchar en la lejanía a alguien sollozar por ayuda. "What!?" Inmediatamente intentó identificar la fuente del sonido y aceleró entre saltos hasta llegar a una casa cuya puerta estaba abierta, adentrándose de inmediato. "Mejor pedir perdón que pedir permiso." En el interior, encontró a un adolescente delgaducho de cabellos largos, con una apariencia que podría casi considerarse deprimente en contraste con el excéntrico niño.
—¡Oeh!— Se levantó las gafas oscuras y las colocó sobre su frente, dejando que sus ojos aúreos otearan la zona, incluyendo el agujero del piso. Se llevó la zurda a a cintura, mientras la diestra se posó en el mango de su guitarra-hacha. —Parece que Amenokami escuchó tu plegaría y me ha traído aquí...— Sonrió filoso de oreja a oreja.