24/09/2019, 09:55
(Última modificación: 24/09/2019, 09:59 por Essent Kazui. Editado 2 veces en total.)
-Muy bien, kusajin. Vamos allá.
Tras aceptar la invitación del extraño, se sentó y observo como recogía las fichas y le cedía las que serían sus piezas.
-Llámame Kazui. Dijo mientras colocaba sus piezas.
Kazui recordaba haber jugado alguna vez, y que su padre le enseñara a hacerlo a una edad temprana, y el no prestara suficiente atención. En la casa de comidas tenían algún juego disponible, pero pocas personas lo pedían. Iba a ser un buen ejercicio después de todo. Mientras terminaba de colocar las piezas, intentaba recordar todo lo que sabía del juego.
-Mueves tú-
“Eso significa que soy el Sente, y mi icono es el negro” recordó “¿No había que hacer algo para determinar quién empieza? Bah, da igual”.
Observó a su oponente, mirándole a los ojos por un segundo. Escudriñaba su aspecto, y le resultaba algo incómodo. No por lo que pudiera parecer a simple vista, eran sus ojos. Tenían un brillo, una mirada analítica. Mala espina. “Céntrate. Este es un juego de seso, y de nervios”.
-Bien, así que tú serás el blanco. Afirmo el recién llegado.
Con su primer movimiento la partida se iniciaría. El primer movimiento puede determinar la reacción del adversario. Kazui marca entonces la posible estrategia del juego. “Hay algo en este tipo que me pone el vello de punta. No es su aspecto físico, ni la quemadura de su cara por la que no quiero preguntar. Es su mirada. Esos ojos… este tipo es más inteligente de lo que parece. Además, ha terminado con todos estos, que seguro juegan más a menudo que yo. Mejor ir con precaución y ver como se desenvuelve” piensa el joven.
Con decisión mueve un peón lateral una casilla, lo máximo permitido en shoghi para las piezas sin coronar.
-Y dime, ¿cómo debo dirigirme a ti, viajero? Quizá no era el tipo más avispado del mundo, pero su oponente no parecía un local, eso seguro.
Quizá le sirviera el ejercicio para desarrollar un poco sus dotes sociales. Y si ganaba, tendría una historia que contar.
Tras aceptar la invitación del extraño, se sentó y observo como recogía las fichas y le cedía las que serían sus piezas.
-Llámame Kazui. Dijo mientras colocaba sus piezas.
Kazui recordaba haber jugado alguna vez, y que su padre le enseñara a hacerlo a una edad temprana, y el no prestara suficiente atención. En la casa de comidas tenían algún juego disponible, pero pocas personas lo pedían. Iba a ser un buen ejercicio después de todo. Mientras terminaba de colocar las piezas, intentaba recordar todo lo que sabía del juego.
-Mueves tú-
“Eso significa que soy el Sente, y mi icono es el negro” recordó “¿No había que hacer algo para determinar quién empieza? Bah, da igual”.
Observó a su oponente, mirándole a los ojos por un segundo. Escudriñaba su aspecto, y le resultaba algo incómodo. No por lo que pudiera parecer a simple vista, eran sus ojos. Tenían un brillo, una mirada analítica. Mala espina. “Céntrate. Este es un juego de seso, y de nervios”.
-Bien, así que tú serás el blanco. Afirmo el recién llegado.
Con su primer movimiento la partida se iniciaría. El primer movimiento puede determinar la reacción del adversario. Kazui marca entonces la posible estrategia del juego. “Hay algo en este tipo que me pone el vello de punta. No es su aspecto físico, ni la quemadura de su cara por la que no quiero preguntar. Es su mirada. Esos ojos… este tipo es más inteligente de lo que parece. Además, ha terminado con todos estos, que seguro juegan más a menudo que yo. Mejor ir con precaución y ver como se desenvuelve” piensa el joven.
Con decisión mueve un peón lateral una casilla, lo máximo permitido en shoghi para las piezas sin coronar.
-Y dime, ¿cómo debo dirigirme a ti, viajero? Quizá no era el tipo más avispado del mundo, pero su oponente no parecía un local, eso seguro.
Quizá le sirviera el ejercicio para desarrollar un poco sus dotes sociales. Y si ganaba, tendría una historia que contar.