25/09/2019, 00:07
—Según el... ¿plan?
Entonces, sólo entonces, comprendió todo. Muy lejos no estuvo cuando creyó que le estaban usando de carne de cañón, no sólo para atraer a las orcas, sino para mantenerlas ocupadas mientras llegaba la caballería pesada. Omitiendo el importantísimo detalle de que se hubiera podido ahorrar toda la faena con tan solo esconderse en la boca del maestro como un jodido cobarde. ¡Porque eso era lo que pensaba de Scylio! ¡Que era un maldito cobarde!
Una mirada ponzoñosa atizó al tiburón mengano, que salió como si nada al exterior, con una enorme sonrisa de satisfacción. Ni una gotita de sangre. Ni un diente manchado. Ni una aleta rasgada. Nada. Fresco como una maldita perla de mar.
«Que te jodan, hijo de perra»
Kaido se volteó con gesto cansino y miró a la Reina. No tenía energías suficientes como para malgastarlas con ese cabrón de Scylio. Además, ella ya se ocuparía de sacar a relucir la única razón por la cuál el tío era una de sus aletas derechas. Por su mentecilla ágil, y no por sus dones de batalla.
—¿Qué tan importante es esta baja en el ejército de Goddoza? —indagó, pensando lo que vendría después para sus amigos tiburones—. quiero creer que después de perder al menos una treintena de orcas van a encontrarse débiles y rezagados. ¿Vais a esperar que rearme a su gente de nuevo o pensáis dar el mordisco final pronto?
Kaido tenía planes en la superficie, quisiera admitirlo, o no.
Entonces, sólo entonces, comprendió todo. Muy lejos no estuvo cuando creyó que le estaban usando de carne de cañón, no sólo para atraer a las orcas, sino para mantenerlas ocupadas mientras llegaba la caballería pesada. Omitiendo el importantísimo detalle de que se hubiera podido ahorrar toda la faena con tan solo esconderse en la boca del maestro como un jodido cobarde. ¡Porque eso era lo que pensaba de Scylio! ¡Que era un maldito cobarde!
Una mirada ponzoñosa atizó al tiburón mengano, que salió como si nada al exterior, con una enorme sonrisa de satisfacción. Ni una gotita de sangre. Ni un diente manchado. Ni una aleta rasgada. Nada. Fresco como una maldita perla de mar.
«Que te jodan, hijo de perra»
Kaido se volteó con gesto cansino y miró a la Reina. No tenía energías suficientes como para malgastarlas con ese cabrón de Scylio. Además, ella ya se ocuparía de sacar a relucir la única razón por la cuál el tío era una de sus aletas derechas. Por su mentecilla ágil, y no por sus dones de batalla.
—¿Qué tan importante es esta baja en el ejército de Goddoza? —indagó, pensando lo que vendría después para sus amigos tiburones—. quiero creer que después de perder al menos una treintena de orcas van a encontrarse débiles y rezagados. ¿Vais a esperar que rearme a su gente de nuevo o pensáis dar el mordisco final pronto?
Kaido tenía planes en la superficie, quisiera admitirlo, o no.