25/09/2019, 16:03
Kazui no mentía: tenía pinta de estar tan verde como sus palabras confirmaban. «O bien es realmente bueno en parecerlo», caviló Akame. Todo apuntaba a que se encontraba en presencia, sin más, de un genin de la Hierba. Aun así, el joven Uchiha no era capaz de relajarse del todo; nunca lo era. Estar fichado por las Tres Grandes conllevaba una serie de riesgos, como el de que se te acercara un inocente ninja con pinta de novato que, a la que te despistabas, se quitaba la careta y era un jodido jōnin de élite. Con todo y con eso, Akame se permitió disfrutar de la comida que le había invitado y de un buen cigarro mientras conversaban.
—¿Por esto? No, no —negó el Uchiha cuando Kazui achacó a la pluma azul su apodo de Cuervo—. Es porque voy de aquí para allá, y porque mis ojos negros tienen buena vista para el oro —agregó, con una sonrisa lobuna—. Esto... Es un recuerdo, en efecto. Uno que me produce gran dolor, más del que seas capaz de imaginar.
Fumó una honda calada.
—¿Cuál es el tuyo? Déjalo ver.
—¿Por esto? No, no —negó el Uchiha cuando Kazui achacó a la pluma azul su apodo de Cuervo—. Es porque voy de aquí para allá, y porque mis ojos negros tienen buena vista para el oro —agregó, con una sonrisa lobuna—. Esto... Es un recuerdo, en efecto. Uno que me produce gran dolor, más del que seas capaz de imaginar.
Fumó una honda calada.
—¿Cuál es el tuyo? Déjalo ver.