25/09/2019, 17:14
Tomaba un sorbo de su te para tragar el último pedazo de pollo. Mientras lo hacía, escuchaba la explicación de Cuervo. “Es una buena razón. Eso confirma que es un apodo. Quizá debería buscarme yo uno también…” pensaba.
Cuervo fumaba con soltura. El genin desvío su mirada al cigarro casi consumido, pero descarto la idea con la misma velocidad con la que surgió.
Dejó el vaso sobre la mesa y dudo. No le gustaba compartir su historia, pero ciertamente él había abierto aquella puerta, y que menos que mostrar la misma cortesía que el cuervo del shogi. Se sacudió las manos un poco, y asintió con la cabeza -Está bien. No suelo mostrarlo, pero tú me has contestado así que…-
Tan solo había mostrado el sello cuando había sido totalmente indispensable. Un reconocimiento médico era la última vez que recordaba, y siempre había aludido a un nuevo tatuaje. Cuervo no tenía por qué saber la verdad, al menos completa. “Ese es el juego del shinobi. Mentiras, medias mentiras y a veces verdades” . Era un tipo simpático en cierta forma, pero acababa de conocerlo. No iba a contarle su historia de semi esclavitud en un segundo.
Se levantó la camiseta, dejando ver que su cuerpo no era el de un titán, cosa que por otro lado cualquiera podía saber con un simple vistazo. Se le marcaban las costillas, aunque por la buena cuenta que estaba dando de su comida, podía ser genético más que por falta de apetito.
Al final del esternón tenía una pequeña cicatriz de unos 5 centímetros, que aunque estaba bien curada, tenía un tono distinto al de la piel de su dueño.
Sobre el corazón lucía lo que a simple vista era un tatuaje, brillante. Un pequeño kanji negro 橋 (Hashi, puente). Algún curioso se preguntaba si el chico estaba loco, o eran los efectos del sake los que les hacían imaginar a un ninja quitándose la camiseta en mitad de la taberna.-El recuerdo del que te hablaba es este tatuaje. De mi padre, en circunstancias que prefiero olvidar.
Bajó la mirada para observar el sello, mientras sostenía la camiseta con la mano y señalaba con su dedo. -Ahora creo que brilla menos, debe ser el tiempo. Mi madre dice que está como el primer día. Lo tengo desde hace años ¿sabes?
-La cicatriz también es un recuerdo, pero yo era demasiado pequeño para acordarme de nada de ella. No sé si tu… sus ojos se posaron en la cara de Cuervo, pero no se atrevió a continuar. Bajó su camiseta y tomo otro sorbo de té. Ya estaba tibio -Siempre hay una historia detrás de un recuerdo así, ¿verdad? “Y normalmente es triste…” pensó para sí.
Cuervo fumaba con soltura. El genin desvío su mirada al cigarro casi consumido, pero descarto la idea con la misma velocidad con la que surgió.
Dejó el vaso sobre la mesa y dudo. No le gustaba compartir su historia, pero ciertamente él había abierto aquella puerta, y que menos que mostrar la misma cortesía que el cuervo del shogi. Se sacudió las manos un poco, y asintió con la cabeza -Está bien. No suelo mostrarlo, pero tú me has contestado así que…-
Tan solo había mostrado el sello cuando había sido totalmente indispensable. Un reconocimiento médico era la última vez que recordaba, y siempre había aludido a un nuevo tatuaje. Cuervo no tenía por qué saber la verdad, al menos completa. “Ese es el juego del shinobi. Mentiras, medias mentiras y a veces verdades” . Era un tipo simpático en cierta forma, pero acababa de conocerlo. No iba a contarle su historia de semi esclavitud en un segundo.
Se levantó la camiseta, dejando ver que su cuerpo no era el de un titán, cosa que por otro lado cualquiera podía saber con un simple vistazo. Se le marcaban las costillas, aunque por la buena cuenta que estaba dando de su comida, podía ser genético más que por falta de apetito.
Al final del esternón tenía una pequeña cicatriz de unos 5 centímetros, que aunque estaba bien curada, tenía un tono distinto al de la piel de su dueño.
Sobre el corazón lucía lo que a simple vista era un tatuaje, brillante. Un pequeño kanji negro 橋 (Hashi, puente). Algún curioso se preguntaba si el chico estaba loco, o eran los efectos del sake los que les hacían imaginar a un ninja quitándose la camiseta en mitad de la taberna.-El recuerdo del que te hablaba es este tatuaje. De mi padre, en circunstancias que prefiero olvidar.
Bajó la mirada para observar el sello, mientras sostenía la camiseta con la mano y señalaba con su dedo. -Ahora creo que brilla menos, debe ser el tiempo. Mi madre dice que está como el primer día. Lo tengo desde hace años ¿sabes?
-La cicatriz también es un recuerdo, pero yo era demasiado pequeño para acordarme de nada de ella. No sé si tu… sus ojos se posaron en la cara de Cuervo, pero no se atrevió a continuar. Bajó su camiseta y tomo otro sorbo de té. Ya estaba tibio -Siempre hay una historia detrás de un recuerdo así, ¿verdad? “Y normalmente es triste…” pensó para sí.