26/09/2019, 10:00
Ante la amenaza del Tío la vara, cualquier genin podía verse como mínimo paralizado momentáneamente. Al menos eso pensaba Kazui. Por un segundo se imaginó volviendo a la aldea, a reportar. Se imaginó cojeando y apaleado, en una simple misión de mensajero, donde un capataz armado de mala uva y una vara había impartido más justicia de la cuenta.
Se imaginaba como sería volver y que sus congeneres lo miraran con gesto de desprecio, en lugar del típico gesto de indiferencia. Se imaginaba a sus compañeros de academia rebautizándolo de Kazui el invisible a Kazui el inservible… puto bulling
Uno de sus puntos flacos era que siempre obedecía. Por miedo quizás, por costumbre, por vergüenza… No le avergonzaba decir que este hombre le intimidaba. Con su panza, su cuerpo recio debido a un trabajo físico, su mal carácter, y porque no, la paliza que le estaba dando a todo lo que se ponía al alcance de su vara.
Su primer impulso fue el de despedirse y desaparecer. Pero era un genin, y ese tipo, no era quién para mandarle nada. Porque no lo era ¿no?
“Joder, joder, joder, ¿Qué hago? ¿Qué hago ahora? ¿Qué harías tú papá?” Se imagino al bueno de Yoma, con su más de metro ochenta y su voz ronca. Quizá su aspecto ya hubiera sido suficiente. Pero si no, Yoma habría hablado. No era un tipo elocuente, pero era listo. Era muy listo. Y Ukita siempre dice que el pequeño Kazui se parece a su padre. Está claro que, sin don de gentes, o salía a ostias, o… siendo inteligente. La vía de la violencia siempre está ahí.
“Uno, dos, tres…” respiró, y su expiración fue en forma de un profundo suspiro “Vamos chaval, eres más listo que eso. Ahora eres un genin, y tienes cierta autoridad. Hazte valer”
Se giró, dejando que el brazo de la badana se viera un poco más. Colocó bien su silla y volvió a mirar al capataz en cuestión de un par de segundos.
-No sé quién eres y en realidad no me importa demasiado, no puedes ordenarle a un shinobi. No tienes autoridad para hacerlo y yo no tengo porqué escucharte.
-A menos que este local sea tuyo, no vengas a decirme que me vaya. No voy a hacerte ni puto caso. Tu sin embargo si deberías salir de aquí, ahora. Espera a estos fuera si quieres, estoy seguro de que se irán ahora que te han visto. No hay razón para seguir con esto aquí.
Intentaba sonar tranquilo, con su natural estado de calma. Pero no pudo evitar en algún momento mirar la vara. Y llevar una mano cerca de su portaobjetos.
¿Se la estaba jugando pinchando a un tipo grande y cabreado? Si.
¿Le parecía que el emblema de su villa estaba visible y podía ser un elemento disuasorio? Si
¿Estaba nervioso, aunque se esforzaba en no demostrarlo? Oh, ya lo creo que sí.
Pudo darse cuenta de cómo Cuervo se mantenía al margen. “Perfil bajo” pensó. “Ha sido más inteligente que yo.”
Estaba atento al capataz. No había que ser muy avispado para darse cuenta de que era un hombre de mecha corta, y vara larga. Se la había jugado a una carta arriesgada. Si la cosa iba mal, era la segunda partida que perdería en esta mañana.
Y quién sabe, quizá esto fuera más caro de lo que pensaba.
Se imaginaba como sería volver y que sus congeneres lo miraran con gesto de desprecio, en lugar del típico gesto de indiferencia. Se imaginaba a sus compañeros de academia rebautizándolo de Kazui el invisible a Kazui el inservible… puto bulling
Uno de sus puntos flacos era que siempre obedecía. Por miedo quizás, por costumbre, por vergüenza… No le avergonzaba decir que este hombre le intimidaba. Con su panza, su cuerpo recio debido a un trabajo físico, su mal carácter, y porque no, la paliza que le estaba dando a todo lo que se ponía al alcance de su vara.
Su primer impulso fue el de despedirse y desaparecer. Pero era un genin, y ese tipo, no era quién para mandarle nada. Porque no lo era ¿no?
“Joder, joder, joder, ¿Qué hago? ¿Qué hago ahora? ¿Qué harías tú papá?” Se imagino al bueno de Yoma, con su más de metro ochenta y su voz ronca. Quizá su aspecto ya hubiera sido suficiente. Pero si no, Yoma habría hablado. No era un tipo elocuente, pero era listo. Era muy listo. Y Ukita siempre dice que el pequeño Kazui se parece a su padre. Está claro que, sin don de gentes, o salía a ostias, o… siendo inteligente. La vía de la violencia siempre está ahí.
“Uno, dos, tres…” respiró, y su expiración fue en forma de un profundo suspiro “Vamos chaval, eres más listo que eso. Ahora eres un genin, y tienes cierta autoridad. Hazte valer”
Se giró, dejando que el brazo de la badana se viera un poco más. Colocó bien su silla y volvió a mirar al capataz en cuestión de un par de segundos.
-No sé quién eres y en realidad no me importa demasiado, no puedes ordenarle a un shinobi. No tienes autoridad para hacerlo y yo no tengo porqué escucharte.
-A menos que este local sea tuyo, no vengas a decirme que me vaya. No voy a hacerte ni puto caso. Tu sin embargo si deberías salir de aquí, ahora. Espera a estos fuera si quieres, estoy seguro de que se irán ahora que te han visto. No hay razón para seguir con esto aquí.
Intentaba sonar tranquilo, con su natural estado de calma. Pero no pudo evitar en algún momento mirar la vara. Y llevar una mano cerca de su portaobjetos.
¿Se la estaba jugando pinchando a un tipo grande y cabreado? Si.
¿Le parecía que el emblema de su villa estaba visible y podía ser un elemento disuasorio? Si
¿Estaba nervioso, aunque se esforzaba en no demostrarlo? Oh, ya lo creo que sí.
Pudo darse cuenta de cómo Cuervo se mantenía al margen. “Perfil bajo” pensó. “Ha sido más inteligente que yo.”
Estaba atento al capataz. No había que ser muy avispado para darse cuenta de que era un hombre de mecha corta, y vara larga. Se la había jugado a una carta arriesgada. Si la cosa iba mal, era la segunda partida que perdería en esta mañana.
Y quién sabe, quizá esto fuera más caro de lo que pensaba.