26/09/2019, 14:45
Los chicos se quedaron con las ganas de escuchar más sobre Komachi, pero Ranko sintió un alivio tremendo. No le avergonzaba su madre, pero no le parecía de buen gusto hablar sobre miembros perdidos la primera vez que uno se encuentra con compañeros de su hija. Y era de cierta manera una pena, pues la castaña tenía en muy alta estima a su madre, y la historia de cómo había perdido su brazo siempre la inspiraba.
”Es a la vez una inspiración y una advertencia” pensó mientras caminaba detrás de Daigo y Kazuma.
Las casas de madera cercaban su paso, y los árboles dejaban caer su sombra de manera casi vertical, señalando la próxima llegada del mediodía. Una de las calles descendía levemente, y las casas se acomodaban a la inclinación. Si se detenía a ver el tupido paisaje de Kusagakure, lo encontraría realmente hermoso. Ranko alzó la mirada y la fijó en la nuca verde de Daigo por unos instantes. Reunió toda la energía que tenía y, después de morderse el labio, habló con suma timidez.
—D-d-disc… Disculpe… Tsu… Tsukiyama-san —Respiró profundamente —Algui… Un a-amigo en común… Un amigo lo mencionó. ¡D-de hecho también mencionó a Kazuma-san! S-su nombre es Kingu... King Rōga. D-dijo que Tsukiyama-san te… tenía un estilo interesante. E-enfocado en puñetazos… —No sabía cómo decirlo, pues presentía que sonaría raro, pero ella realmente estaba emocionada por la posibilidad de un combate —. ¡Sería genial verlo! D-digo… S-si le parece bien, claro.
La mirada de la de la trenza caía hacia las calles de piedra y tierra de nuevo, y sus mejillas seguían sonrojadas, aunque no tanto como con Komachi. Ranko se reconfortó, diciéndose que había sido un buen paso hablar así primero. Recordó su primer encuentro con Kazuma, y cómo él había sido sumamente paciente con ella, a pesar de que su comportamiento era peor que en ese momento.
”Peor suena feo… Digamos… no tan ligeramente… ligerísimamente asertivo. Sí. Pronto tendré el valor suficiente para gritarle a las personas apenas las vea. Ay, no, eso sería horrible…”
Platicaran o no, unos minutos después llegarían al domicilio. Era un muro muy largo con una sola puerta enorme. Por encima de ella se veían algunos árboles en cuyas hojas se comenzaban a notar tonos naranjas. No parecía ser una casa alta, pero sí con un amplio patio. El único adorno en la imponente puerta de madera frente a los genins era una placa con la leyenda “Familia Handa”.
”Es a la vez una inspiración y una advertencia” pensó mientras caminaba detrás de Daigo y Kazuma.
Las casas de madera cercaban su paso, y los árboles dejaban caer su sombra de manera casi vertical, señalando la próxima llegada del mediodía. Una de las calles descendía levemente, y las casas se acomodaban a la inclinación. Si se detenía a ver el tupido paisaje de Kusagakure, lo encontraría realmente hermoso. Ranko alzó la mirada y la fijó en la nuca verde de Daigo por unos instantes. Reunió toda la energía que tenía y, después de morderse el labio, habló con suma timidez.
—D-d-disc… Disculpe… Tsu… Tsukiyama-san —Respiró profundamente —Algui… Un a-amigo en común… Un amigo lo mencionó. ¡D-de hecho también mencionó a Kazuma-san! S-su nombre es Kingu... King Rōga. D-dijo que Tsukiyama-san te… tenía un estilo interesante. E-enfocado en puñetazos… —No sabía cómo decirlo, pues presentía que sonaría raro, pero ella realmente estaba emocionada por la posibilidad de un combate —. ¡Sería genial verlo! D-digo… S-si le parece bien, claro.
La mirada de la de la trenza caía hacia las calles de piedra y tierra de nuevo, y sus mejillas seguían sonrojadas, aunque no tanto como con Komachi. Ranko se reconfortó, diciéndose que había sido un buen paso hablar así primero. Recordó su primer encuentro con Kazuma, y cómo él había sido sumamente paciente con ella, a pesar de que su comportamiento era peor que en ese momento.
”Peor suena feo… Digamos… no tan ligeramente… ligerísimamente asertivo. Sí. Pronto tendré el valor suficiente para gritarle a las personas apenas las vea. Ay, no, eso sería horrible…”
Platicaran o no, unos minutos después llegarían al domicilio. Era un muro muy largo con una sola puerta enorme. Por encima de ella se veían algunos árboles en cuyas hojas se comenzaban a notar tonos naranjas. No parecía ser una casa alta, pero sí con un amplio patio. El único adorno en la imponente puerta de madera frente a los genins era una placa con la leyenda “Familia Handa”.
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