29/11/2015, 13:04
Cubrió de mantas su rostro al sentir como los rayos del sol traspasaban la ventana con total facilidad. Aunque se sentía culpable por seguir en la cama bien entrada la mañana, no tenía fuerzas para encarar un día como ese. Estaba triste, o mejor dicho, completamente destrozada, y por ello quería que ese día pasase lo más rápido posible. Sacó su ojo izquierdo por entre las sábanas y miró con desprecio la ventana. Debería llover o nevar, si era un día triste debería ser un día triste, no un día soleado en el que los niños saliesen a jugar fuera por las agradables temperaturas a pesar de ser invierno.
Apartó las mantas y se llevó la mano a la cabeza, sujetándose su ojo derecho tras recibir un pinchazo en él. Se había tirado dos horas llorando hasta que prácticamente se quedó seca, y se lo imaginó a la par que cerraba su otro ojo. A él no le hubiera gustado verla así, él la quería sonriente, feliz, no triste sin poder soportar su dolor. Así que con ese pensamiento se deshizo de las últimas sábanas que la cubrían y decidió darse un baño.
Diez minutos después, salió con el cabello empapado y las ropas ninja vestía normalmente, y calzándose sus sandalias, decidió salir a entrenar. Así al menos no se sentiría inútil y estaría cumpliendo parte de la promesa que hizo ese mismo día hace dos años. Miró de soslayo su cocina, ya que ahí hasta hace pocos días había estado viviendo el pollo que había adoptado hasta que su vecina, tan agradable como siempre, había decidido arrancarlo de su hogar y llevárselo a su adorable sobrina. Al principio se sintió sola sin el piar del pollito, pero poco a poco supuso un alivio sin cacas que limpiar.
Salió de su apartamento y se aseguró de dejarlo perfectamente cerrado, ya que no iba a volver hasta las seis que era la hora en la que comenzaría a anochecer. Se iba sin probar bocado alguno, pero tenía el estómago cerrado, y puso sus esperanzas en que el entrenamiento la hiciese recobrar el apetito.
Caminó lentamente por las calles de la aldea, dirigiéndose sin ánimo a los campos de entrenamiento, ¿cómo debería entrenar hoy? Ni ella misma lo había pensado, y eso que le encantaba planificar sus sesiones antes de ir, pero en ese momento no tenía ganas, solo tenía ganas de inflar a puñetazos los troncos que allí se encontraban.
- Si estuvieses aquí, ¿estarías orgulloso?- Preguntó al aire, mirando al cielo mientras se acercaba a su destino. Vale, no se acercaba a su destino, por lo cual preguntó a cuatro personas que paseaban por esas calles qué caminos debería tomar para llegar al campo de entrenamiento, avergonzada por su sentido de orientación inexistente. Después de cuarenta y cinco minutos andando en círculos, logró llegar al lugar. Un profundo alivio inundó su cuerpo al ver que se encontraba vacío.
Sin dudarlo ni un segundo más, se acercó decidida a los troncos que allí se encontraban, pretendiendo olvidar lo que hace dos años ocurrió en esa aldea.
Apartó las mantas y se llevó la mano a la cabeza, sujetándose su ojo derecho tras recibir un pinchazo en él. Se había tirado dos horas llorando hasta que prácticamente se quedó seca, y se lo imaginó a la par que cerraba su otro ojo. A él no le hubiera gustado verla así, él la quería sonriente, feliz, no triste sin poder soportar su dolor. Así que con ese pensamiento se deshizo de las últimas sábanas que la cubrían y decidió darse un baño.
Diez minutos después, salió con el cabello empapado y las ropas ninja vestía normalmente, y calzándose sus sandalias, decidió salir a entrenar. Así al menos no se sentiría inútil y estaría cumpliendo parte de la promesa que hizo ese mismo día hace dos años. Miró de soslayo su cocina, ya que ahí hasta hace pocos días había estado viviendo el pollo que había adoptado hasta que su vecina, tan agradable como siempre, había decidido arrancarlo de su hogar y llevárselo a su adorable sobrina. Al principio se sintió sola sin el piar del pollito, pero poco a poco supuso un alivio sin cacas que limpiar.
Salió de su apartamento y se aseguró de dejarlo perfectamente cerrado, ya que no iba a volver hasta las seis que era la hora en la que comenzaría a anochecer. Se iba sin probar bocado alguno, pero tenía el estómago cerrado, y puso sus esperanzas en que el entrenamiento la hiciese recobrar el apetito.
Caminó lentamente por las calles de la aldea, dirigiéndose sin ánimo a los campos de entrenamiento, ¿cómo debería entrenar hoy? Ni ella misma lo había pensado, y eso que le encantaba planificar sus sesiones antes de ir, pero en ese momento no tenía ganas, solo tenía ganas de inflar a puñetazos los troncos que allí se encontraban.
- Si estuvieses aquí, ¿estarías orgulloso?- Preguntó al aire, mirando al cielo mientras se acercaba a su destino. Vale, no se acercaba a su destino, por lo cual preguntó a cuatro personas que paseaban por esas calles qué caminos debería tomar para llegar al campo de entrenamiento, avergonzada por su sentido de orientación inexistente. Después de cuarenta y cinco minutos andando en círculos, logró llegar al lugar. Un profundo alivio inundó su cuerpo al ver que se encontraba vacío.
Sin dudarlo ni un segundo más, se acercó decidida a los troncos que allí se encontraban, pretendiendo olvidar lo que hace dos años ocurrió en esa aldea.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)