1/10/2019, 11:36
— Como tu superior, te voy a recomendar algo. Si te hago una pregunta, la contestas. Para tener a alguien que asienta a lo que diga y no sea capaz si quiera de dar su opinión cuando se le pide, me busco a un perro
Lo dijo con la rabia del que está a punto de perder los estribos. De hecho rondó por mi cabeza el decirle que el perro estaba al otro lado del portón, pero la presencia de Yamauchi me frenó. La falta de confianza que tenía sobre esa mujer y el hecho que ella misma me trataba como a un jarrón de cristal al que no había que estresar en exceso decantaron la balanza.
— Le agradeceríamos mucho si pudiera llevarnos al dojo donde vamos a pelear
Obviamente que Yamauchi accedió. De hecho me sorprendió hasta cierto punto que no hiciera algún comentario con cierto oportunismo. Así pues, sin mediar más palabras procedimos a seguir a la mujer de nuevo por aquellos sinuosos pasillos. Trataba de ir haciéndome con los distintos recorridos, pero tenía toda la pinta de que si trataba de moverme por esos pasillos no llegaría al destino y mucho menos a tiempo. Nos gustase o no, Yamauchi se había convertido también en nuestra mano guía de aquel palacio.
Y finalmente llegamos a la zona donde íbamos a combatir. Aquello era espectacular. El tejado del castillo había sido convertido en una especie de estadio que ofrecía un escenario poco habitual para presenciar combates. Aquello era impresionante y se me ocurrió que con tanto espacio disponible, podría usar mi truco más vistoso...
— ¡Vaya...! Es perfecto, Yamauchi-dono — exclamé en una explosión de júbilo — Creo que aquí podré usar todos mis trucos. Esto... veamos... ¿qué le parecería si usase esto?
Me mordí un dedo con el objetivo de hacerlo sangrar y ejecuté una cadena de sellos para terminar plantando mi palma en el suelo de aquel estadio. Ante nosotros se alzó una araña gigante azabache y marcas atigradas anaranjadas.
— ¿Y bien, Yamauchi-dono? ¿qué le parece?
Lo dijo con la rabia del que está a punto de perder los estribos. De hecho rondó por mi cabeza el decirle que el perro estaba al otro lado del portón, pero la presencia de Yamauchi me frenó. La falta de confianza que tenía sobre esa mujer y el hecho que ella misma me trataba como a un jarrón de cristal al que no había que estresar en exceso decantaron la balanza.
— Le agradeceríamos mucho si pudiera llevarnos al dojo donde vamos a pelear
Obviamente que Yamauchi accedió. De hecho me sorprendió hasta cierto punto que no hiciera algún comentario con cierto oportunismo. Así pues, sin mediar más palabras procedimos a seguir a la mujer de nuevo por aquellos sinuosos pasillos. Trataba de ir haciéndome con los distintos recorridos, pero tenía toda la pinta de que si trataba de moverme por esos pasillos no llegaría al destino y mucho menos a tiempo. Nos gustase o no, Yamauchi se había convertido también en nuestra mano guía de aquel palacio.
Y finalmente llegamos a la zona donde íbamos a combatir. Aquello era espectacular. El tejado del castillo había sido convertido en una especie de estadio que ofrecía un escenario poco habitual para presenciar combates. Aquello era impresionante y se me ocurrió que con tanto espacio disponible, podría usar mi truco más vistoso...
— ¡Vaya...! Es perfecto, Yamauchi-dono — exclamé en una explosión de júbilo — Creo que aquí podré usar todos mis trucos. Esto... veamos... ¿qué le parecería si usase esto?
Me mordí un dedo con el objetivo de hacerlo sangrar y ejecuté una cadena de sellos para terminar plantando mi palma en el suelo de aquel estadio. Ante nosotros se alzó una araña gigante azabache y marcas atigradas anaranjadas.
— ¿Y bien, Yamauchi-dono? ¿qué le parece?
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa