1/10/2019, 17:16
—¿Miedo, eh? —el Uchiha se rascó la barbilla, pensativo, y luego enunció como quien recita poesía torpemente—. "Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, saldrás victorioso de cada batalla. Si te conoces a ti mismo pero no a tu enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no te conoces a ti mismo y tampoco a tu enemigo, caerás rendido en todas tus batallas."
Kazui se detuvo por un segundo, y reanudó el paso. En su cara se reflejaba cierta sorpresa.
« Joder. Habla como si tuviera 40 años por lo menos. Debe haber visto más mundo del que yo imagino. No me extraña que tenga cicatrices… está claro que sabe de lo que habla»
El genin observo como Cuervo apagaba su cigarro. Continuaron su camino por el sendero que bordeaba los campos de arroz.
—Puedo ver que no llevas demasiado en el oficio, Kazui-san. Creéme en esto que te digo: ser shinobi es algo horrible. Te encontrarás con innumerables peligros y muchos enemigos, y si pretendes vivir para contarlo, no puedes permitirte el lujo de seguir ciegamente a la fila de borregos hacia el matadero —hablaba serio, pero franco—. Entrena sin descanso, pero mantente alerta. No seas un ninja más, construye tu propio camino. Antes de que sea tarde.
Las lecciones del viajero no caían en saco roto. Kazui pensó en sus clases en la academia. Sin resaltar, sin llamar la atención, y sin saber muy bien donde le llevarían sus pasos. Por cada nuevo día su objetivo simplemente era ir, estar, aprender algo y volver. Nunca se había parado a reflexionar sobre cual debía ser su camino. Sus decisiones no eran más que el resultado de los deseos de otros. Cuervo parecía haber vivido en sus propias carnes experiencias que al genin se le escapaban.
Algo se revolvía en el interior del genin de la hierba. Una sensación cálida recorría su estómago. Tenía ganas de apretar los puños, apretar los dientes, ¡de echar a correr! Deseaba empezar a trabajar ya, aquí y ahora. También sabía que no era el momento ni el lugar, pero algo estaba claro. No tenía un objetivo, pero lo buscaría. Y sabía por dónde empezar. Tenía que probar su poder, entenderlo. Domarlo.
«Si… necesito tomar algunas decisiones por mí mismo. Necesito aprender sobre mí, sobre mis capacidades. Saber que puedo mejorar y que puedo aprender. Tengo tarea, desde luego»
Se tomo algunos segundos de silencio, en reflexión. Miró a Cuervo. Y respondió con un simple
—Gracias Cuervo.—
No te preocupes por lo demás, si descubro algo sobre tu Kekkei Genkai en mis viajes, sabré encontrate.
No estaba muy seguro de que había querido decir el viajero con esa afirmación. No sabía siquiera si conocía alguna manera de llegar a su villa, o de comunicarse por otros medios. Igualmente decidió que tenía demasiadas cosas sobre las que reflexionar como para andar haciendo ese tipo de preguntas.
Conforme los caminantes avanzaban, el paisaje cambiaba. A lo lejos pudieron divisar lo que parecía un almacén. Poco a poco se acercaban a él. Kazui sintió una punzada, al ver como entre los trabajadores había algunos que trabajaban, y otros que…vigilaban. Sintió un pequeño escalofrío al suponer que el tío de la vara podía venir hacia aquí. Quería volverse a mirar, pero su atención recayó en el cigarro que Cuervo acababa de encender.
Una cuadrilla de jornaleros pasó a su lado. Uno de ellos se cayó. Observó como de la carga que llevaban, uno de los sacos cayó al suelo. Buscó a su dueño. Un hombre, mayor y cansado, acarreaba 3 de esos sacos. Al caérsele uno, intentó en vano recogerlo. Nadie le ayudaba.
El muchacho sintió lástima. El mismo había trabajado de sol a sol junto a sus padres. No pudo evitar acudir en su ayuda.
Kazui no era el tipo más fuerte de su clase, y tras licenciarse la cosa no había cambiado mucho. Con un simple vistazo se podía observar que el saco era pesado, y necesitaría hacer un esfuerzo para levantarlo. Eso no detuvo sus intenciones. Se acercó y susurró al anciano.
—Déjame ayudarte.—
Sabía por lo visto hace poco, que los capataces de la zona tenían la mano larga. No creía que el ver como apaleaban a un anciano por esta tontería le hiciera bien a nadie.
Kazui se detuvo por un segundo, y reanudó el paso. En su cara se reflejaba cierta sorpresa.
« Joder. Habla como si tuviera 40 años por lo menos. Debe haber visto más mundo del que yo imagino. No me extraña que tenga cicatrices… está claro que sabe de lo que habla»
El genin observo como Cuervo apagaba su cigarro. Continuaron su camino por el sendero que bordeaba los campos de arroz.
—Puedo ver que no llevas demasiado en el oficio, Kazui-san. Creéme en esto que te digo: ser shinobi es algo horrible. Te encontrarás con innumerables peligros y muchos enemigos, y si pretendes vivir para contarlo, no puedes permitirte el lujo de seguir ciegamente a la fila de borregos hacia el matadero —hablaba serio, pero franco—. Entrena sin descanso, pero mantente alerta. No seas un ninja más, construye tu propio camino. Antes de que sea tarde.
Las lecciones del viajero no caían en saco roto. Kazui pensó en sus clases en la academia. Sin resaltar, sin llamar la atención, y sin saber muy bien donde le llevarían sus pasos. Por cada nuevo día su objetivo simplemente era ir, estar, aprender algo y volver. Nunca se había parado a reflexionar sobre cual debía ser su camino. Sus decisiones no eran más que el resultado de los deseos de otros. Cuervo parecía haber vivido en sus propias carnes experiencias que al genin se le escapaban.
Algo se revolvía en el interior del genin de la hierba. Una sensación cálida recorría su estómago. Tenía ganas de apretar los puños, apretar los dientes, ¡de echar a correr! Deseaba empezar a trabajar ya, aquí y ahora. También sabía que no era el momento ni el lugar, pero algo estaba claro. No tenía un objetivo, pero lo buscaría. Y sabía por dónde empezar. Tenía que probar su poder, entenderlo. Domarlo.
«Si… necesito tomar algunas decisiones por mí mismo. Necesito aprender sobre mí, sobre mis capacidades. Saber que puedo mejorar y que puedo aprender. Tengo tarea, desde luego»
Se tomo algunos segundos de silencio, en reflexión. Miró a Cuervo. Y respondió con un simple
—Gracias Cuervo.—
No te preocupes por lo demás, si descubro algo sobre tu Kekkei Genkai en mis viajes, sabré encontrate.
No estaba muy seguro de que había querido decir el viajero con esa afirmación. No sabía siquiera si conocía alguna manera de llegar a su villa, o de comunicarse por otros medios. Igualmente decidió que tenía demasiadas cosas sobre las que reflexionar como para andar haciendo ese tipo de preguntas.
Conforme los caminantes avanzaban, el paisaje cambiaba. A lo lejos pudieron divisar lo que parecía un almacén. Poco a poco se acercaban a él. Kazui sintió una punzada, al ver como entre los trabajadores había algunos que trabajaban, y otros que…vigilaban. Sintió un pequeño escalofrío al suponer que el tío de la vara podía venir hacia aquí. Quería volverse a mirar, pero su atención recayó en el cigarro que Cuervo acababa de encender.
Una cuadrilla de jornaleros pasó a su lado. Uno de ellos se cayó. Observó como de la carga que llevaban, uno de los sacos cayó al suelo. Buscó a su dueño. Un hombre, mayor y cansado, acarreaba 3 de esos sacos. Al caérsele uno, intentó en vano recogerlo. Nadie le ayudaba.
El muchacho sintió lástima. El mismo había trabajado de sol a sol junto a sus padres. No pudo evitar acudir en su ayuda.
Kazui no era el tipo más fuerte de su clase, y tras licenciarse la cosa no había cambiado mucho. Con un simple vistazo se podía observar que el saco era pesado, y necesitaría hacer un esfuerzo para levantarlo. Eso no detuvo sus intenciones. Se acercó y susurró al anciano.
—Déjame ayudarte.—
Sabía por lo visto hace poco, que los capataces de la zona tenían la mano larga. No creía que el ver como apaleaban a un anciano por esta tontería le hiciera bien a nadie.