29/11/2015, 19:35
Fue poco lo que duro el pastel y la limonada, pero aun así ayudaron a pasar un buen rato. Al menos eso era lo que sentía el Ishimura. Eran pocos los días que podía pasar así. Aunque con Naomi siempre pasaba buenos ratos, ella siempre insistía en que debía salir a hacer amigos de su edad como un chico normal.
«Creo que está bien si esto es lo que suele hacer la gente normal, pero hacer algo así todo el tiempo me aburriría pronto» —pensó él.
Mientras permanecía sumido en sus pensamientos, Eri hizo algunos gestos tratando de llamar su atención. En cuanto dirigió su vista al lugar donde señalaba, pudo ver como las nubes empezaban a formar oscuros cúmulos del mismo color de sus ojos.
—Kazuma-san, ¿sería mejor dar la vuelta?
—No, lo más rápido seria terminar la ruta —le respondió—. Además no hay de qué preocuparse, si llueve simplemente subiré la capota del carruaje —Aseguro él, estando consiente y poco preocupado por el hecho de que la parte del conductor no tuviera con que cubrirse.
El sol era lentamente engullido por las oscuras nubes y el caballo parecía ansioso al olisquear la humedad del aire. Viendo todos aquellos signos, Kazuma se apresuro. Con gran destreza tomo todo lo que había tomado el baúl y lo guardo de nuevo. Retiro los abanicos que se encontraban a cada lado puesto que ya no haría más calor. Finalmente se aseguro de bajar la cubierta de la carroza.
Kazuma aun no se había dado cuenta, pero mientras se movía de un lado a otro preparando todo. Una expresión de nostalgia y ensimismamiento se acentuó en su rostro.
«Se viene la lluvia» —pensó mientras le acomodaba las riendas al caballo a la vez que distraídamente le acariciaba la crin.
Era una reacción natural. Siempre se comportaba de aquella manera en reacción al clima nublado y lluvioso. En el fondo sabía que era por el recordar del día en que lo perdió todo, algo que provocaba un lúgubre sentimiento de nostalgia. Pero para él era algo extraño. Sabía que las personas normales asociaban la lluvia y las nubes grises, con sentimientos de tristeza y desolación. Pero en el causaban algo similar a la paz, quietud e introspección, mientras que le hacían recordar cosas “tristes”, pero irónicamente sin hacerle sentir tristeza como tal.
«Es frustrante… Siempre veo personas que en situaciones así son llevadas por la tristeza. Aun así siento como si yo no fuera capaz de hacer lo mismo. El viejo dice que es porque soy fuerte, pero a mí me parece más como una especie de insensibilidad al dolor»
Mientras se encontraba sumido en sus pensamientos, ni siquiera noto que ya había comenzado a llover copiosamente y que se encontraba empapado. El carruaje mantenía el paso, mientras el gris del cielo y sus ojos se encontraban. Abría hecho falta que le hablaran en un tono bastante alto como para que escuchara algo más que el sonido de la lluvia y el de sus propios pensamientos.
«Creo que está bien si esto es lo que suele hacer la gente normal, pero hacer algo así todo el tiempo me aburriría pronto» —pensó él.
Mientras permanecía sumido en sus pensamientos, Eri hizo algunos gestos tratando de llamar su atención. En cuanto dirigió su vista al lugar donde señalaba, pudo ver como las nubes empezaban a formar oscuros cúmulos del mismo color de sus ojos.
—Kazuma-san, ¿sería mejor dar la vuelta?
—No, lo más rápido seria terminar la ruta —le respondió—. Además no hay de qué preocuparse, si llueve simplemente subiré la capota del carruaje —Aseguro él, estando consiente y poco preocupado por el hecho de que la parte del conductor no tuviera con que cubrirse.
El sol era lentamente engullido por las oscuras nubes y el caballo parecía ansioso al olisquear la humedad del aire. Viendo todos aquellos signos, Kazuma se apresuro. Con gran destreza tomo todo lo que había tomado el baúl y lo guardo de nuevo. Retiro los abanicos que se encontraban a cada lado puesto que ya no haría más calor. Finalmente se aseguro de bajar la cubierta de la carroza.
Kazuma aun no se había dado cuenta, pero mientras se movía de un lado a otro preparando todo. Una expresión de nostalgia y ensimismamiento se acentuó en su rostro.
«Se viene la lluvia» —pensó mientras le acomodaba las riendas al caballo a la vez que distraídamente le acariciaba la crin.
Era una reacción natural. Siempre se comportaba de aquella manera en reacción al clima nublado y lluvioso. En el fondo sabía que era por el recordar del día en que lo perdió todo, algo que provocaba un lúgubre sentimiento de nostalgia. Pero para él era algo extraño. Sabía que las personas normales asociaban la lluvia y las nubes grises, con sentimientos de tristeza y desolación. Pero en el causaban algo similar a la paz, quietud e introspección, mientras que le hacían recordar cosas “tristes”, pero irónicamente sin hacerle sentir tristeza como tal.
«Es frustrante… Siempre veo personas que en situaciones así son llevadas por la tristeza. Aun así siento como si yo no fuera capaz de hacer lo mismo. El viejo dice que es porque soy fuerte, pero a mí me parece más como una especie de insensibilidad al dolor»
Mientras se encontraba sumido en sus pensamientos, ni siquiera noto que ya había comenzado a llover copiosamente y que se encontraba empapado. El carruaje mantenía el paso, mientras el gris del cielo y sus ojos se encontraban. Abría hecho falta que le hablaran en un tono bastante alto como para que escuchara algo más que el sonido de la lluvia y el de sus propios pensamientos.