5/10/2019, 02:28
Daigo decidió echarle un pulso a Fūjin. Ambos amantes del viento. Ambos capaces de invocarlo y manejarlo a placer… aunque uno con más habilidad que el otro, cabe decir.
El viento, lejos de darle tregua, aumentó en intensidad. Pronto que la arena se le colase entre la ropa fue la menor de sus preocupaciones. No, las partículas de polvo iban directas a sus ojos, a su nariz, a su boca. Le costaba ver aún protegiéndose con la mano, qué decir de respirar. La tormenta de arena terminó por engullirlo y pronto se sintió en las entrañas de Shukaku. Solo oía el fuerte ruido del viento y la arena zarandeándole de un lado a otro, sin dar cuartel, y lo único que había a su alrededor era caos y más caos.
¡Hasta le costaba no perder de vista el río! Y, entonces, Fūjin decidió que ya había sido suficiente. Que…
… que el pulso que Daigo le intentaba echar era honroso por su parte, pero que ya se había divertido suficiente. Y como el padre que finge costarle trabajo ganarle el pulso a su hijo de diez años, puso punto y final a aquel enfrentamiento cuándo, cómo y dónde quiso.
La ráfaga de viento fue tan fuerte de esta vez que Daigo cayó de culo al suelo. Cuando logró levantarse, tras rodar por el suelo, se dio cuenta de que con aquella tormenta iba a avanzar muy, muy lentamente.
Seguía teniendo el río a la derecha. Con mucho esfuerzo, divisó una duna bastante alta a su izquierda. Quizá podía intentar protegerse de la tormenta poniéndose debajo de la duna, poniéndose en el lado de sotavento. O subir hasta arriba de ella. O… seguir adelante, tratando de arañar metros al tiempo.
El viento, lejos de darle tregua, aumentó en intensidad. Pronto que la arena se le colase entre la ropa fue la menor de sus preocupaciones. No, las partículas de polvo iban directas a sus ojos, a su nariz, a su boca. Le costaba ver aún protegiéndose con la mano, qué decir de respirar. La tormenta de arena terminó por engullirlo y pronto se sintió en las entrañas de Shukaku. Solo oía el fuerte ruido del viento y la arena zarandeándole de un lado a otro, sin dar cuartel, y lo único que había a su alrededor era caos y más caos.
¡Hasta le costaba no perder de vista el río! Y, entonces, Fūjin decidió que ya había sido suficiente. Que…
… que el pulso que Daigo le intentaba echar era honroso por su parte, pero que ya se había divertido suficiente. Y como el padre que finge costarle trabajo ganarle el pulso a su hijo de diez años, puso punto y final a aquel enfrentamiento cuándo, cómo y dónde quiso.
La ráfaga de viento fue tan fuerte de esta vez que Daigo cayó de culo al suelo. Cuando logró levantarse, tras rodar por el suelo, se dio cuenta de que con aquella tormenta iba a avanzar muy, muy lentamente.
Seguía teniendo el río a la derecha. Con mucho esfuerzo, divisó una duna bastante alta a su izquierda. Quizá podía intentar protegerse de la tormenta poniéndose debajo de la duna, poniéndose en el lado de sotavento. O subir hasta arriba de ella. O… seguir adelante, tratando de arañar metros al tiempo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado