5/10/2019, 16:59
(Última modificación: 5/10/2019, 17:02 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
La mujer se puso blanca como la leche, y entonces, se fue corriendo, desapareciendo del lugar. Juro solo esperó que se le pasara pronto, y que no se lo tomara como una especie de ofensa. Bueno, la técnica de Yota no había tenido mucho éxito. Si ocurría esa misma reacción delante de su público, tendrían problemas.
« Solo espero que al Señor Feudal le gusten las arañas... » — se anotó mentalmente el preguntarse a Yamauchi. Cuando no estuviera corriendo despavorida, claro.
Para sorpresa de Juro, la enorme araña de gran tamaño que tanto aterrorizaba a la mujer, habló. Estaba dolida por el rechazo de Yamauchi. A Juro le dio hasta un poquito de pena. Se deshizo en una nube de humo al instante. El marionetista pensó que, si tenía que enfrentarse a ella, no era una mala estrategía para quitársela de encima.
— Si te soy sincero, a mi también me da un poco de cosa — admitió —. Pero nunca me atrevería a ofenderla así. Las arañas también tienen sentimientos.
No necesitaron decir nada más. El resto del día transcurrió, entre preparativos y acciones...
Por la noche, unos nudillos llamaron a su puerta. Al principio Juro pensó en Yamauchi, y en que quizá había llegado para disculparse. Sin embargo, se le cayeron los hombros al ver al auténtico Señor Feudal ahí, en su puerta, con un juego de té. Juro imitó la reverencia de su compañero, aún atónito.
El hombre les dijo de acompañarles para discutir los detalles del combate. Yota, aun conmocionado, asintió, mirando hacia su compañero. Juro solo pudo asentir también.
— Por supuesto — aclaró Juro, con otra sonrisa. Parecía que Yota había enterrado el hacha de guerra, aunque fuese por un corto periodo de tiempo. Él no iba a sacarla.
Se sentaron. En cuanto Juro tocó el té, pudo ver que a diferencia del de su Kage, estaba frío. Se sintió aliviado, pero solo un poco. No sabía si era por la visita directa, el té o la cara del Señor Feudal, pero esa situación le estaba dando escalofríos.
—Ahora que estamos los tres aquí. Debo confesaros que no habéis venío sólo por un combate de exhibición. Pero no podía arriesgarme a decirle nada al viejo Kenzou, hay muchos oídos, y muchos ojos.Ahh. El té verde. Qué delicia, ¿verdad? Está to' bueno. Este lo importo desde La Capital de las Islas del Té. Del mejor distribuidor. Una maravilla, ya veréis.
Si bien Juro abrió la boca por la sorpresa, Yota decidió escupirle al Señor Feudal. El marionetista se puso rojo como un tomate al verlo.
— L-lo l-lamento m-mucho... — murmuró, haciendo mil y una reverencias en señal de disculpa —. Le ruego que continué.
« Solo espero que al Señor Feudal le gusten las arañas... » — se anotó mentalmente el preguntarse a Yamauchi. Cuando no estuviera corriendo despavorida, claro.
Para sorpresa de Juro, la enorme araña de gran tamaño que tanto aterrorizaba a la mujer, habló. Estaba dolida por el rechazo de Yamauchi. A Juro le dio hasta un poquito de pena. Se deshizo en una nube de humo al instante. El marionetista pensó que, si tenía que enfrentarse a ella, no era una mala estrategía para quitársela de encima.
— Si te soy sincero, a mi también me da un poco de cosa — admitió —. Pero nunca me atrevería a ofenderla así. Las arañas también tienen sentimientos.
No necesitaron decir nada más. El resto del día transcurrió, entre preparativos y acciones...
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Por la noche, unos nudillos llamaron a su puerta. Al principio Juro pensó en Yamauchi, y en que quizá había llegado para disculparse. Sin embargo, se le cayeron los hombros al ver al auténtico Señor Feudal ahí, en su puerta, con un juego de té. Juro imitó la reverencia de su compañero, aún atónito.
El hombre les dijo de acompañarles para discutir los detalles del combate. Yota, aun conmocionado, asintió, mirando hacia su compañero. Juro solo pudo asentir también.
— Por supuesto — aclaró Juro, con otra sonrisa. Parecía que Yota había enterrado el hacha de guerra, aunque fuese por un corto periodo de tiempo. Él no iba a sacarla.
Se sentaron. En cuanto Juro tocó el té, pudo ver que a diferencia del de su Kage, estaba frío. Se sintió aliviado, pero solo un poco. No sabía si era por la visita directa, el té o la cara del Señor Feudal, pero esa situación le estaba dando escalofríos.
—Ahora que estamos los tres aquí. Debo confesaros que no habéis venío sólo por un combate de exhibición. Pero no podía arriesgarme a decirle nada al viejo Kenzou, hay muchos oídos, y muchos ojos.Ahh. El té verde. Qué delicia, ¿verdad? Está to' bueno. Este lo importo desde La Capital de las Islas del Té. Del mejor distribuidor. Una maravilla, ya veréis.
Si bien Juro abrió la boca por la sorpresa, Yota decidió escupirle al Señor Feudal. El marionetista se puso rojo como un tomate al verlo.
— L-lo l-lamento m-mucho... — murmuró, haciendo mil y una reverencias en señal de disculpa —. Le ruego que continué.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60